Ni fuera del Valle de los Caídos, ni reinhumado en uno de los osarios del monumento: el Gobierno no tiene aún decidido qué hacer con los huesos de José Antonio Primo de Rivera, admiten fuentes cercanas a los trabajos de Moncloa y Justicia para exhumar los restos de Franco.

Contrasta la determinación del Ejecutivo en el caso del dictador con la ausencia de plan para el fundador de la Falange. El Real Decreto-Ley que, el 24 de agosto, inició la exhumación de Franco no menciona a Primo de Rivera, pero sí cita mandatos legales para que Cuelgamuros «deje de ser lugar de memoria franquista» y se convierta en «lugar de recuerdo y homenaje igualitario» a «todos los fallecidos en la guerra y la represión política posterior».

A Primo de Rivera, fusilado en Alicante en 1936, lo consideran los asesores del Gobierno víctima de la guerra civil, pero la ley de memoria histórica implica que sus restos no ocupen lugar de preeminencia en el monumento. Otras fuentes del Ejecutivo creen que el decreto solo prevé el traslado de los restos del falangista dentro del valle, pero no disponen aún de «concreción» sobre el cuándo y el dónde, informa Iolanda Mármol.

La cuestión se hará menos aplazable con la reforma de la ley de memoria. El 19 de noviembre, Unidos Podemos adelantó que exigirá que los restos de José Antonio, como los de Franco, no acaben en ningún espacio de titularidad pública.

Hay opiniones divididas en el Grupo Federal de Memoria, el thinktank de 30 expertos que organizó el PSOE en el 2015. Desde que gobierna Sánchez no se ha vuelto a reunir, pero algunos miembros asesoran hoy en la exhumación de Franco. Cuando se ha debatido, parte del grupo ha sostenido la necesidad de sacar a Primo de Rivera del Valle. En todo caso, se comparte que «bajo ningún concepto puede ocupar el lugar de honor que ahora ocupa», explica un influyente integrante del grupo.

En la basílica del valle, los restos del primer fascista español están en lugar más destacado que los de Franco. El dictador descansa detrás del altar, y el falangista delante, recibiendo a los visitantes. Pero son muchos menos los que se detienen ante la tumba de José Antonio que los que cada día forman círculo en torno a las flores siempre frescas colocadas sobre la losa de Franco.

Para los asesores, trasladar el cuerpo a uno de los osarios del recinto con otros restos que nadie reclama presenta menos problemas que sacarlo del valle. Aunque a ambas opciones se opondría el benedictino Santiago Cantera, prior del Valle de los Caídos, que fue candidato de Falange antes que fraile. El 26 de diciembre negó al Gobierno permiso para sacar a Franco.

Dejar a Primo de Rivera en el Valle, según cómo, movería a recurrir a Falange Española de las JONS, adelanta su jefe nacional, Norberto Pico: «Una cosa es el lugar de preeminencia que impide la ley y otra es quitarle la identificación a un muerto. Eso no es legal ni lo aceptaremos».

La familia

Y sacarlo del valle presenta la dificultad de dar con un responsable de la familia con el que tramitarlo. «¡A José Antonio no lo mueve nadie!», advierte desde su casa de Madrid María del Carmen Primo de Rivera Urquijo, sobrina nieta del falangista. Pero no es en ella en quien recae el derecho de enterramiento. Desde la muerte de Pilar Primo de Rivera (1991), era cabeza de la familia el abogado y político retirado Miguel Primo de Rivera Urquijo, que falleció el pasado 4 de diciembre.

José Antonio murió sin hijos. Por la descendencia de su hermano Fernando -que también murió con las balas del 36- han ido pasando los dos marquesados de la familia: el de Sobremonte y el de Estella.

El nuevo cabeza de la familia es un broker madrileño. Gestiona el fondo de capital riesgo Bluenote Global Equitiy para el banco Renta 4. Antes pasó por la firma Altair Finance, donde fue socio de Antonio Cánovas del Castillo, otro descendiente de un prohombre de la derecha. Han sido vanos los intentos de este diario por obtener la opinión del financiero. Los Primo de Rivera no poseen tumbas en catedrales, por lo que la gestión del Gobierno sacándole del Valle no hallaría los mismos escollos que con Franco.