Solo un día después de anunciar una subida histórica de la presión fiscal, pero sin concretar en qué impuestos, José Luis Rodríguez Zapatero lanzó ayer otro globo sonda al abrir la puerta al incremento de los tributos indirectos. Es decir, los que gravan el consumo independientemente de las rentas (IVA, alcohol, tabaco y los hidrocarburos). El anuncio lo realizó desde la isla italiana de la Maddalena (Cerdeña). Estas subidas se sumarían a la revisión o eliminación de la deducción de los 400 euros del IRPF y al aumento de la tributación de las rentas del capital que, pese a que han sido verbalizados también por el presidente del Gobierno en los últimos días, aún no han sido confirmados.

Tanta indefinición mantiene en ascuas tanto a sus compañeros del Ejecutivo como del partido, entre los que empieza a cundir una seria preocupación por el acelerado deterioro de la imagen del presidente. Esta sensación, que se arrastra desde el pasado agosto, con la cacofonía de mensajes contradictorios sobre las medidas contra la crisis entre Zapatero, sus ministros y el PSOE se agravó tras el nuevo anuncio de ayer, que evidencia que una parte de la factura golpeará también al sector mayoritario del electorado socialista, las rentas medias y bajas. Ante tanta confusión, el vicepresidente tercero, Manuel Chaves, se vio obligado a insistir en un acto compartido con la presidenta popular de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, --detractora acérrima de la subida de impuestos-- que la reforma fiscal "no afectará a las rentas de trabajo ni a las empresas, incluidas pymes y autónomos".

Chaves negó la versión del PP de que cada familia tendrá que pagar 1.000 euros más o 400 por persona, porque el reparto de carga no afectará a todos por igual, y añadió que un incremento del IVA beneficiará a las comunidades autónomas ya que el nuevo modelo de financiación les atribuye un 50% de la recaudación del tributo.

Fuera de las cámaras, algunos diputados del PSOE han mostrado su disgusto por el discurso del miércoles de Zapatero en el Congreso. "Al presidente parece que le acucia la necesidad de dar datos", lamentó un parlamentario. También hubo críticas a las "oscilaciones" de la política económica del Gobierno en la reunión a puerta cerrada del martes entre la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y los diputados y senadores socialistas.

GIRO A LA IZQUIERDA El acentuado giro a la izquierda del presidente, visualizado en su inédito enfrentamiento con los empresarios, incomoda, además, al ala centrista del partido, donde destaca la vieja guardia felipista. Zapatero y su entorno, cada vez más aislados, no solo no entienden las críticas, sino que les disgustan por considerarlas deserciones en la tempestad.

Los socios de la izquierda ven cómo a 15 días de la presentación del proyecto de presupuestos no saben nada. "Lo habitual es empezar a hablar en mayo", recuerdan ERC e IU-ICV, lo que les hace pensar que Zapatero no sabe por dónde cortar.