El abismo se amplía entre el PSOE y el PP. José Luis Rodríguez Zapatero acusó ayer a Mariano Rajoy de liderar "la extrema derecha". Negó incluso la condición de demócratas a sus dirigentes, al contraponer su manera de actuar con el "papel" de "la derecha democrática" en los últimos 30 años. El líder del PSOE clausuró la conferencia política de su partido con un repaso a las cuestiones quiere afrontar en los dos próximos años, en un intento de trasladar a los suyos que el Gobierno aún tiene recorrido. Pese a la inminencia de los contactos formales con ETA, Zapatero colocó la inmigración como el mayor de sus retos para garantizar una convivencia pacífica.

El líder del PSOE arremetió contra el principal partido de la oposición a su manera, sin citar a Rajoy ni mencionar al PP. Pero dejó claro que los considera al margen del espíritu democrático y constructivo que impregnó el hacer de la extinta UCD y de Alianza Popular. "Quiero hacer un reconocimiento público a la derecha democrática, a su papel en la transición, a su firmeza ante el golpismo, a su colaboración para el ingreso de España en Europa", se extendió antes de rematar: "Ahora hay una extrema derecha que pretende revisar la historia, cuestionar las instituciones y el resultado electoral".

La negativa del PP a acompañar la gestión del Gobierno en cuestiones de Estado como la reforma territorial, la política educativa, el proceso de paz y, esta misma semana, la política de inmigración está en el origen del malestar de Zapatero. Pero ha sido el cuestionamiento de la investigación sobre la matanza del 11-M lo que ha colmado el vaso. La interpelación al ministro del Interior el miércoles, en la que el PP volvió sobre su teoría conspirativa de que el Gobierno no quiere investigar a fondo el atentado, han convencido al presidente de que el entendimiento con los populares es inviable.

CAYUCOS El último tema de Estado en el que Zapatero se ha topado con el PP es la inmigración. Acuciado por las críticas de los conservadores y por las imágenes de la avalancha de cayucos de este verano, el Gobierno anunció esta semana que estudia endurecer la ley de extranjería. En esta conferencia, el PSOE avaló el endurecimiento del mensaje del Ejecutivo, al calificar la inmigración ilegal como "nociva" y prevenir contra la posibilidad de que acabe por generar un "conflicto social".

Zapatero entró en la cuestión desde esta óptica. Subrayó que el crecimiento económico se debe a la incorporación de los inmigrantes. Y aunque recordó que la "legalidad" presidirá la actuación del Gobierno --"tanto para entrar como para salir repatriado", advirtió--, avanzó que el reforzamiento de las políticas sociales será clave para "garantizar la convivencia".