Cuando la actual legislatura alcance el ecuador, el 1 de abril, José Luis Rodríguez Zapatero evitará mirar hacia atrás. El azote de la crisis ha desgastado más que nunca la imagen del presidente del Gobierno que, ante la previsión de un 2010 de moderada recuperación económica pero con el paro aún desbocado, confía en el impacto de la presidencia de turno de la Unión Europea durante el primer semestre del año para remontar el vuelo. Una estrategia de resultado incierto a la que la Moncloa se aferra por considerarla uno de los principales activos con los que cuenta en estos momentos, y que puede condicionar decisiones futuras de gran calado como nuevos cambios de carteras en el Gabinete y la confirmación de la candidatura de Zapatero a una segunda reelección en el 2012.

Los asesores del líder socialista consideran que la intensa actividad internacional que deberá desempeñar en los próximos meses, con más de una decena de cumbres de alto nivel, ayudará a mitigar el impacto de los problemas internos y, además, sacará lustro a una faceta del presidente del Ejecutivo desconocida hasta ahora: la del estadista, un punto más a la hora de hacerse valer ante la opinión pública.

RODEADO DE DIRIGENTES Esa pátina de dirigente activo e internacional que le dará ser el anfitrión de una cumbre con más de 50 líderes suramericanos una semana y a la siguiente recibir al presidente de EEUU, Barack Obama, así como la oportunidad de protagonizar, por su cargo de presidente rotatorio de la UE, las reacciones sobre posibles sanciones a Irán y ante cualquier otro nuevo foco de inestabilidad, re-

Pasa a la página siguiente