El maltrecho y traumatizado PSOE llegó ayer a un pacto de conveniencia para afrontar su futuro sin que la autoridad del líder quede al nivel del subsuelo: al comenzar la reunión de la cúpula socialista con sus díscolos barones territoriales, José Luis Rodríguez Zapatero propuso a Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato a las generales del 2012. El presidente había dicho que pensaba mantenerse neutral, y el partido se ha afanado siempre en loar las primarias como método democrático para nombrar al sucesor frente al dedazo del PP, pero lo que hizo el jefe del Ejecutivo fue muy similar a la nominación directa de Mariano Rajoy por parte de José María Aznar en el 2003. El formato del proceso es calcado al de los conservadores. Aznar anunció a sus dirigentes que su favorito era Rajoy y después la junta directiva del PP lo nombró oficialmente. Zapatero anunció a sus dirigentes que su favorito es Rubalcaba y ahora, salvo sorpresa mayúscula, el comité federal del PSOE -equivalente a la junta directiva popular- lo nombrará oficialmente. Pero Aznar podía elegir entre varios sucesores y Zapatero no. La presión en los últimos tiempos a favor del vicepresidente del Gobierno -antes y después del 22-M, pero sobre todo después- ha sido de tal calibre que al líder socialista no le quedaban muchas más opciones, si quería conservar algo de autoridad en el partido, que nominarlo como candidato a la presidencia del Gobierno. Presiones para que la ministra de Defensa, Carme Chacón, la otra posible aspirante a las primarias, que había comunicado en privado su intención de postularse, no diese un público paso adelante; y presiones, verbalizadas por el lendakari, Patxi López, y apoyadas por otros barones, para que el PSOE convocase un congreso, reorientase su proyecto y cambiase a Zapatero por otro secretario general, una medida que habría puesto en riesgo al Gobierno al quedar su presidente desacreditado por su propio partido. Los movimientos han surtido efecto. Chacón dijo el jueves que se retiraba para no poner «en riesgo la estabilidad» del Ejecutivo. Y no habrá congreso, pero en su lugar se celebrará, en septiembre, una conferencia política para reflotar un proyecto que tras el 22-M se halla noqueado. Se discutirán ideas, pero no se cambiará a Zapatero por Rubalcaba al frente de los socialistas. A las seis y media de la tarde, el presidente del Gobierno dijo: «Rubalcaba es el mejor posible». Y todos los dirigentes lo suscribieron. Los partidarios desde el primer momento del vicepresidente, como López y el extremeño Guillermo Fernández Vara, por supuesto, pero también barones que habían visto a Chacón con buenos ojos, como el castellanomanchego José María Barreda, el andaluz José Antonio Griñán, el madrileño Tomás Gómez y el catalán José Montilla. Resulta curiosa la forma que tiene el PSOE de soslayar sus conflictos. Consiste en el silencio. Los socialistas andaluces y catalanes han criticado esta semana en público al lendakari por abocar a Zapatero a un adelanto electoral y hacerle un «mal servicio». Y desde que Chacón anunció su marcha atrás, los partidarios de Rubalcaba la han acusado, en privado, de utilizar argumentos de mala perdedora. Pero, según la dirección socialista, en la reunión de ayer previa al encuentro del comité federal nadie sacó estos trapos sucios. «Nos sentimos unidos para respaldar al candidato que quiere nuestra gente, el candidato que más temen nuestros adversarios, el candidato para dar la respuesta a los desafíos de los españoles: Alfredo Pérez Rubalcaba», dijo el número dos del PSOE, José Blanco. Sostuvo que no era ningún dedazo, porque las primarias se abrirán en el comité federal de hoy y puede postularse cualquier militante. Pero resulta improbable que algún temerario dé el paso después de que el poder central y territorial del partido haya suscrito semejantes elogios al vicepresidente. De forma paradójica, el PP quedó como el último defensor de Chacón. El entorno de Rajoy, informa Gemma Robles, cree que sus posibilidades de llegar a la Moncloa son ahora aún mayores porque Rubalcaba tiene detrás el GAL, el caso Faisán y la gestión de esta crisis económica.