José Luis Rodríguez Zapatero se ha conjurado para evitar que el trasvase del río Segre (Lleida) acabe provocándole su primera revuelta importante en el seno del PSOE. Zapatero aprovechará su discurso de investidura, la próxima semana, para proponer un consenso cuyo objetivo sea el de alcanzar un pacto del agua. El ofrecimiento irá dirigido al resto de partidos y, especialmente al PP, aunque con ello pretende también evitar una lucha entre barones del PSOE.

Los gobiernos de Cataluña y Aragón, ambos socialistas, ya han evidenciado sus diferencias. El Partit Socialista del País Valencià no está dispuesto a que la Generalitat del popular Francisco Camps siga sacando rédito de la polémica por el agua y, en Andalucía, el PP ataca a Manuel Chaves por aceptar el envío de agua de Carboneras a Cataluña.

El Estatut abrió la caja de los agravios territoriales, y esta legislatura empieza con el agua como elemento de confrontación. Zapatero pretende atajar el debate antes de que, dentro y fuera del partido, no pueda controlarlo. Un reto nada fácil.

El líder del PP, Mariano Rajoy, ha decidido convertir este tema en uno de los ejes de oposición. Quiere que todas las autonomías con gobierno del PP afectadas por la falta de agua planten cara al Gobierno. Eso sí, esta vez evitará el enfrentamiento con Cataluña. "Hay que sumarse a las reivindicaciones, las críticas, y las exigencias de los catalanes. Hay que decir que ellos tienen razón, pero que nosotros, que pedimos lo mismo, también", apuntan fuentes populares.