Convertido durante las últimas semanas en el punto débil del Gobierno y en diana de las críticas más duras de la oposición, Alberto Saiz se vio forzado ayer a presentar su dimisión al frente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Las acusaciones de uso de fondos públicos en beneficio privado, pero sobre todo la rebelión desatada en el seno de los servicios secretos por un grupo de espías disconformes con su gestión debilitaron a un organismo que requiere hermetismo y estabilidad. El mando de los espías regresa desde hoy a manos de un militar. El general Félix Sanz Roldán, antiguo jefe del Estado Mayor de Defensa (JEMAD) y hombre de confianza de José Luis Rodríguez Zapatero, asume una responsabilidad crucial que en los últimos ocho años han aceptado dos civiles.

Esta es la segunda dimisión de figuras relevantes del Gobierno que acepta Zapatero en menos de cinco meses --la anterior fue la de Mariano Fernández Bermejo como ministro de Justicia, tras su cacería con el juez Baltasar Garzón--, sin que el PP haya sacrificado ni a uno de sus altos cargos (como Luis Bárcenas y Francisco Camps) salpicados por acusaciones más graves.

FACTURAS PRIVADAS De poco sirvieron las dos comparecencias de Saiz en el Congreso, una a puerta abierta y otra cerrada, en las que el entonces responsable del CNI negó las acusaciones vertidas en El Mundo por espías anónimos que le acusaban de malversar fondos del centro de inteligencia para usos privados tan elitistas como la pesca en países exóticos.

Saiz aportó las facturas que, según él, demostraban que pagaba sus placeres con dinero de su bolsillo. Pero eso ya era lo de menos: una fotografía trucada para esconder su identidad en la borda de un yate pescando en aguas de Senegal le colocaron en una situación insostenible. Eso y la imposibilidad de rebatir dos de las acusaciones más graves: que contrató a tres de sus sobrinos para trabajar en el CNI y que existían conflictos internos en el seno de los servicios de espionaje tras la sustitución de algunos de sus responsables. Del primer reproche dijo que sus familiares cumplieron los trámites exigidos. Y del segundo reconoció que la posición de estos espías había originado una difícil situación de inestabilidad en el organismo porque se habían convertido en un grifo de noticias y conflictos para El Mundo .

En una nota difundida ayer, Saiz dijo que se iba para evitar "un posible deterioro" del CNI, y que tomó la decisión al margen "del desgaste personal sufrido debido a la campaña mediática dirigida contra su honor y su prestigio personal y profesional". Y aprovechó para reiterar la "falsedad" de las acusaciones.

APOYO DISTANTE En estos tres meses de polémicas, la ministra de Defensa mantuvo un apoyo distante hacia un hombre al que en su día no pudo relevar como hubiera deseado. En ese momento, fue la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega la que defendió la continuidad de Saiz por los buenos resultados en la lucha contra ETA.

Desde Washington, Chacón reiteró que no le constaba que hubiera ni una irregularidad en la actividad profesional de Saiz, agradeció su labor y recordó que sigue abierta la investigación ordenada por ella y cuyos resultados trasladará al presidente. También se mostró confiada en que su sucesor consiga "más logros para el CNI, informa Anna Giralt. Su antecesor en el cargo, José Bono, sorprendió desde Uruguay al decir que este debía dimitir porque el responsable de una institución como el CNI "no puede estar en entredicho".

El líder de la oposición, Mariano Rajoy, dijo que la dimisión era una "necesidad nacional" y reprochó a Zapatero no haber pactado al sustituto con el PP.