Un debate duro, nuevamente. José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy son dos duelistas que parecen condenados a medirse una y otra vez ante un país, a ratos atónito, que debe actuar como juez de la pelea. Bueno... ayer el líder del PSOE estuvo mucho más fino que hace una semana. Bailó mucho mejor sobre el ring, hizo más propuestas y casi siempre mantuvo la situación bajo control. El presidente del PP fue a agotar las municiones, a forzar el cuerpo a cuerpo, a reiterar sus argumentos críticos. Sus seguidores estarían entusiasmados, pero es dudoso que lograra hacerse con algún voto más.

Se veía venir: a estas alturas Rajoy no tiene tanto interés en hacer propuestas como en mantener su línea de ataque sostenido. Es la tesis del "España no se puede permitir a Zapatero", el cual, sin embargo, sí quería alternar los golpes directos al adversario con la exposición de los elementos más significativos de su programa. Ahí tomó ventaja.

Zapatero aguantó el chaparrón, a veces como pudo y en la mayoría de las ocasiones con una buena dosificación de su firmeza . Rajoy no paró un momento de tirar golpes. A los 10 minutos su ojo izquierdo ya se cerraba intermitentemente, presa de un característico tic. Se le vio mucho más nervioso que a su rival; tanto que en un momento determinado llegó a acusar a este de ¡haber apoyado la guerra de Irak! Cuando en el alegato final intentó presentar una imagen más dialogante y recordar a su famosa niña , Zapatero había cobrado una notoria ventaja.

La expectación fue casi superior a la de hace una semana. Los medios audiovisuales (los que iban a emitirlo) calentaron tanto el cara a cara que incluso sacaron al sastre de Zapatero para que explicara los trajes del presidente. El debate había suscitado la inquina de los partidos minoritarios. IU, PNV y CiU presentaron recursos para intentar impedir su celebración. Pero el Tribunal Supremo sentenció que prohibir el cara a cara era "desproporcionado", y en consecuencia permitió su celebración. El BNG también mostró su enfado ante la escalada del bipartidismo.

Manu Chao y la CEOE

¿Hubo ayer campaña al margen del cara a cara? Pues sí, la hubo. Cientos de candidatos continuaron dando la brasa de norte a sur. Y en medio de todo irrumpió el cantante Manu Chao (de reconocida ideología progresista), cabreadísimo porque el PP ha usado en mítines su canción La trampa . !Hasta ahí podíamos llegar! ¡El PP, nada menos!

Pero lo que diga Manu Chao no habrá de inquietar gran cosa a la derecha española. En cambio, las opiniones del gran jefe de la patronal sí que deberían causar algún impacto en los despachos de la calle Génova. Y hete aquí que el mencionado personaje, Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, le dijo al vicepresidente Solbes ante numerosos testigos: "A partir del día 10 de marzo estaremos los empresarios llamando a la puerta de tu ministerio". O sea, que daba al PSOE por ganador seguro.

Pedro Solbes, por cierto, estaba en un acto de las Cámaras de Comercio e Industria explicando su programa económico (y, de paso, reclamando al PP que haga cuentas y establezca una evaluación realista de sus promesas fiscales). Solbes se ha convertido en uno de los principales activos del Gobierno de Zapatero, y en un instrumento de campaña casi decisivo. Tanto es así que algunos observadores adjudican más valor (entendido como impacto sobre la opinión pública) a su cara a cara con Pizarro que a los mantenidos luego por los dos números uno .

Hoy la vida sigue: Llamazares, en actos sectoriales ; Rajoy, en su tierra (mitineará en Ourense y Vigo); Zapatero, en la Universidad Carlos III de Madrid. Y quedan 5 días. En momentos así, ser político debe ser agotador.