Una respuesta más atrevida para hacer frente a un reto mayúsculo. Es lo que hubieran deseado el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el primer ministro de los Países Bajos, Jan Peter Balkenende, que se mostraron ayer decepcionados por los resultados de la cumbre de las ocho grandes potencias mundiales (G-8) sobre las luchas contra el cambio climático y, principalmente, la actual crisis alimentaria.

Los dos mandatarios, que se reunieron ayer en la Moncloa, apelaron a la comunidad internacional para alcanzar más compromisos políticos en las próximas conferencias y apuntaron que en septiembre habrá una buena ocasión para hacerlo en el marco de la asamblea general de Naciones Unidas.

Zapatero fue quien precisó que hubiese sido "más deseable en una economía globalizada una respuesta más contundente y más activa" de los líderes del G-8, al incidir en que cuando se aborda una crisis alimentaria "hay vidas humanas que están en juego". No obstante, el jefe del Ejecutivo emplazó a los líderes internacionales a la próxima asamblea de la ONU como el marco más adecuado para abordar esta situación, donde se definirán los Objetivos del Milenio. Respecto al cambio climático, Zapatero se mostró más comprensivo, al entender que los pocos avances que se consigan significan un paso importante.

El primer ministro holandés, que está en España con motivo de la Expo de Zaragoza, coincidió con Zapatero en que los resultados de la reunión del G-8 no han sido los esperados, pero precisó, en la cuestión del cambio climático, que los compromisos podrían llegar en la cumbre del próximo año en Copenhague.

ACUERDOS COMERCIALES Balkenende se refirió a las nuevas expectativas que abre la Ronda de Doha, que aborda los acuerdos comerciales internacionales y el desarrollo de las nuevas tecnologías para aplicarlas a la agricultura. Esos dos factores pueden ser, para el primer ministro holandés, decisivos para hacer frente a la crisis de los alimentos que está causando una auténtica tragedia en los países en vías de desarrollo.

Los dos mandatarios también abordaron el futuro de la Unión Europea, tras el fracaso cosechado en el referendo de Irlanda. En este sentido, Zapatero expresó su satisfacción por la ratificación en el Senado neerlandés del Tratado de Lisboa, después de que fuera Holanda precisamente, junto con Francia, los que paralizaron el proceso de integración política, con sus noes a la Constitución europea.