José Luis Rodríguez Zapatero se consideró ayer testigo de "una victoria de la dignidad humana". El Gobierno de Togo invitó al presidente español a asistir a la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional que aprobó la ley para abolir la pena de muerte, un logro en el que el Ejecutivo ha colaborado con un trabajo "discreto" de asesoría jurídica.

Zapatero llegó a Lomé (Togo) desde Nigeria, donde el lunes celebró una cumbre con los países del Africa Occidental. En la capital, cientos de personas vestidas con trajes regionales, varias orquestas y espectáculos de zancudos dieron la bienvenida al presidente español en su camino hasta el Parlamento.

El jefe del Ejecutivo pronunció un discurso ante los diputados, a los que aseguró que podían sentirse orgullosos de haber aprobado la abolición, una victoria que comparó con la reconciliación encabezada por Nelson Mandela en Suráfrica y con el nombramiento de Kofi Annan (ghanés) como secretario general de la ONU. Togo se convierte así en un país pionero en el continente. Los tribunales dictaron su última condena a muerte en el 2003, aunque la última ejecución se realizó en 1978. Ayer, las autoridades togolesas aseguraron que la norma pasará a llamarse ley Zapatero .

Desde que el año pasado el jefe del Ejecutivo enarbolara la bandera de la abolición de la pena de muerte, con el objetivo de lograr una moratoria de las ejecuciones en el 2015, el Ejecutivo ha trabajado "con discreción", según fuentes de la Moncloa, con "una decena" de países para conseguir la supresión de la condena capital. Su primer éxito fue Filipinas, Togo es el segundo, y esas fuentes confían en que en los próximos años se sumen el Líbano, Jordania, Benín y Ghana.

España, en opinión del jefe del Ejecutivo, tiene razones de peso para abanderar esta lucha porque "las familias de muchos españoles sufrieron la ejecución por motivos políticos". Unas palabras con las que recordó la historia de la suya propia, ya que su abuelo paterno fue fusilado por los franquistas durante la guerra civil. Zapatero también recordó otras páginas "poco edificantes" de la historia de España. Así, el presidente mostró su pesar por "el traslado, y la explotación como esclavos de muchos hombres y mujeres de esa región a la América española".