José Luis Rodríguez Zapatero se sometió ayer a uno de los exámenes más difíciles de su campaña. Con la inmigración en el centro del debate político, el presidente del Gobierno estuvo en Canarias, la comunidad que soporta con mayor intensidad la presión migratoria desde Africa. Lejos de rivalizar en mano dura con el PP, acusó a los populares de mantener un discurso "xenófobo" y de "excitar las bajas pasiones" contra los extranjeros. En una de las intervenciones más duras contra los conservadores que se le recuerden, pidió no apoyar a los "mercaderes de votos" ni a la "uniformidad". "El centralismo está acabado y enterrado en la historia de España", sentenció.

El presidente hizo especial hincapié en que la inmigración "tiene que ser legal". "El que no venga legalmente, se le devuelve, se le repatría", dijo. Una vez sentada esta declaración de principios, retomó su habitual discurso humanista y abogó por tratar "siempre" a los extranjeros "con dignidad".

Ante unos 5.500 seguidores que abarrotaban el Centro Insular de Deportes de Las Palmas, el líder del PSOE exigió al PP respeto a los trabajadores extranjeros porque "detrás de cada inmigrante hay un ser humano con derechos". "Eso se sabe muy bien aquí. Muchos canarios cruzaron el Atlántico en busca de expectativas y querían que se les tratara con dignidad", dijo. Luego proclamó: "Mientras yo sea presidente, trataremos con dignidad a todas las personas que vengan". El público, en pie, prorrumpió en una sonora ovación.

El líder del PSOE remarcó, además, la necesidad de reforzar la cooperación con Africa, de donde proceden los cayucos. "Seguiremos trabajando con Africa. Eso exige un Gobierno con sensibilidad, con mirada positiva, de futuro", proclamó. Durante el mitin, dos personas del público fueron expulsadas tras gritar: "¡El Sáhara no se vende!". Zapatero no los oyó, ya que se hallaban al fondo del pabellón.

"FALTA DE CONFIANZA" El candidato recordó las declaraciones del dirigente del PP Gabriel Elorriaga al Financial Times , en las que admitía que la estrategia de su partido pasa por sembrar dudas sobre la inmigración, el terrorismo y los nacionalismos con el fin de fomentar la abstención del electorado socialista.

"Quienes esperan ganar gracias a la abstención es porque tienen poca confianza en los españoles, muy poca en la democracia y menos aún en ellos mismos", afirmó. Más adelante manifestó que quienes pretenden sembrar miedo "no conocen a España". "Este país no tiene miedo ni a la derecha", aseveró.

"UNIFORMIDAD" En el pabellón Fernando Martín de Santa Cruz, por la noche, ante unas 7.000 personas, pidió a los ciudadanos que el 9-M no apoyen a los "mercaderes de votos", que solo "piensan en sus puestos". El presidente cerró su intervención pidiendo el voto para el PSOE a "quienes han votado por el PP". "Si no, les pido que acudan a las urnas de todos modos, porque no votar es perderlo todo".