Las cosas no pintan bien para el PSOE en Andalucía. Dicen las encuestas que los socialistas pueden perder el próximo mayo las dos únicas capitales de provincia en las que gobiernan en solitario (Sevilla y Jaén), repitiendo el pésimo resultado de las elecciones de 1995. En las autonómicas, que se celebrarán en el 2012, el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, quizá acabe como el dirigente que no supo revalidar el gobierno de su partido, ininterrumpido durante 30 años. Y luego está la crisis, que se ha cebado en especial con Andalucía: allí hay 877.010 parados (datos del Inem del pasado agosto) y en los últimos tres años más de 20.000 empresas han echado el cierre. Ante este tenebroso panorama, a un presidente del Gobierno que aspira a remontar su propio vuelo y el de su partido tras aprobar el mayor recorte social de la democracia no le basta con arremeter contra la oposición. También tiene que sacar pecho por sus políticas y, quizá, disculparse por sus consecuencias. Todo eso es lo que hizo ayer en Sevilla José Luis Rodríguez Zapatero.

Las disculpas del secretario general de los socialistas no entrañaron el reconocimiento de ningún error. Ni siquiera cierta autocrítica. La solicitud de absolución de Zapatero fue más bien como la de un médico que es consciente de que el paciente está grave, que hay que amputar, pero que también sabe que dolerá, y que puede que el enfermo no lo entienda.

"INQUIETUD Y MALESTAR" "Sé muy bien que hay trabajadores que están siendo afectados por las medidas que hemos tomado por la austeridad. Entiendo su inquietud y malestar. No tendrán por parte del Gobierno más que comprensión. Haremos todo lo que está en nuestra mano para apoyar a todo aquel que está en problemas", explicó Zapatero durante el mitin de presentación de los candidatos del PSOE a las municipales.

Hay una comparación que ilustra el momento por el que pasa el PSOE en Andalucía. Zapatero, como antes que él Felipe González y Alfonso Guerra, solía elegir Dos Hermanas para sus mítines sevillanos. El municipio, tradicional bastión socialista, cuenta con un velódromo que se abarrotaba en los actos de los líderes socialistas. El último que llenó hasta los topes el velódromo, sin embargo, fue el presidente del PP, Mariano Rajoy. Ocurrió el 27 de septiembre del año pasado, y desde entonces Rajoy habla del "espíritu de Dos Hermanas" para referirse a ese día en el que los conservadores congregaron allí, según sus propios datos, a 30.000 personas.

Es un guarismo probablemente exagerado, pero contrasta con el que ayer dio el PSOE para cifrar a los asistentes al acto en el Muelle de las Delicias sevillano: algo más de 6.000 personas. Ante estas, Zapatero, que ha capeado bien una negociación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que está prácticamente cerrada tras el acuerdo con el PNV y una huelga general que apenas le ha dañado, enarboló su bandera social y sacó pecho por las cuentas públicas presentadas el jueves en el Congreso. Más allá de repetir que respetaba a los sindicatos aunque no estuviesen "de acuerdo" con el Ejecutivo, no se detuvo en la jornada de paro de esta semana.

LOA A LOS PRESUPUESTOS "Tenemos que explicar a la gente que somos el partido de los que tienen dificultades", pidió Zapatero poco después de su loa a unos presupuestos en los que caen todas las partidas de gasto, a excepción del pago de intereses de la deuda pública, unas cuentas --las más austeras de la democracia y las "más necesarias y decisivas" de los últimos "15 o 20 años", según el Gobierno-- en las que la inversión en infraestructuras baja un 40%.

"A un proyecto político se le mide más en un momento de dificultad que de bonanza --señaló el jefe del Ejecutivo--. En un momento de crisis, que obliga a la austeridad, los PGE dedican un 58% del gasto a lo social" y esto, añadió, es "el mayor volumen de todos los presupuestos de la historia de este país". Es decir, aunque la cifra absoluta de las ayudas a los más necesitados descienda con respecto a otros años, en porcentaje es mayor. "La decisión de cambiar muchos aspectos de nuestra economía va a costar esfuerzo y tiempo --dijo--. No se logran los grandes cambios con impaciencia, sino con determinación y rumbo fijo".

Antes que él, Griñán dijo a los suyos que, juntos, tenían "que recuperar el prestigio". Y a quienes se han quejado de los recortes en obra pública decretados por Fomento, les dijo: "A veces tenemos que hacer renuncias. No todo lo podemos hacer hoy. Queremos un partido que siga movilizando a la ciudadanía. Necesitamos vuestra movilización". Para el PSOE, esta es ahora más indispensable que nunca.