El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha decidido endurecer su discurso frente a los banqueros. Y de forma contundente. Las circunstancias obligan: el polémico fondo para adquirir activos financieros, dotado con 30.000 millones de euros y ampliables a 50.000, no ha logrado su objetivo de reactivar la concesión de créditos para aliviar la asfixia económica de familias y empresas. Esta circunstancia lleva ahora a Zapatero a intentar disputarle al líder del PP, Mariano Rajoy, el mensaje de firmeza frente a los banqueros y el dudoso uso que, en tiempos de crisis, hacen de la inyección de liquidez de las arcas del Estado.

Así, la presión social derivada del alarmante incremento del paro y de la falta de liquidez ha llevado al Ejecutivo, con su presidente a la cabeza, a replantearse su actitud ante las entidades financieras, a las que achaca una escasa de colaboración para hacer frente a la crisis. O lo que es lo mismo, a escenificar, en el transcurso de una nueva reunión presidida por el propio Zapatero, un tirón de orejas público a la jerarquía de la banca. Será en la última semana de enero en la Moncloa, donde se formulará una clara advertencia: el Gobierno revisará las ayudas a los bancos si éstos no "arriman el hombro" y asumen "su parte de riesgo", en palabras de la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

EL EJEMPLO DE OBAMA Pero el presidente español no será el primer ni el único mandatario que enfatice la falta de solidaridad del sector bancario: hace unos días, el hombre de moda, el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, reconocía sentirse "decepcionado" por la escasa repercusión que, en las familias norteamericanas afectadas por la crisis, había tenido el programa de ayudas para los bancos. "Como muchos, estoy decepcionado. No ha habido suficiente control y hemos descubierto en un informe remitido al Congreso de EEUU que no estamos haciendo lo suficiente", apuntó en una televisión norteamericana.

Obama anunció además que ya había dado directrices a su equipo económico para que se garantice a los ciudadanos que el plan de rescate es transparente y efectivo, y que, al menos a partir de ahora, las entidades que soliciten dinero deberán explicar a qué fines lo destinan.

ADVERTENCIA En España, el vicepresidente económico, Pedro Solbes, ya lanzó una advertencia a la banca en diciembre, cuando se reunió con su cúpula para instarles a trasladar "cuanto antes" a la ciudadanía y las pymes las ayudas de las que se habían beneficiado. El pasado viernes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Solbes admitió que el Ejecutivo no está satisfecho con la actitud de los bancos, exigiéndoles que tomen riesgos y den más créditos. Y Zapatero, en su próxima cita con el sector, dará una vuelta de tuerca más a ese discurso al que, sorprendentemente, llevan aferrados hace meses los populares.

Y es que, marcando distancias con sus posiciones históricas, los conservadores hace tiempo que vienen incidiendo en su desconfianza hacia la banca. Es más, Rajoy llegó a poner en duda que hubiera que aprobar un fondo para beneficiar directamente a los banqueros.

Pasados unos meses, y en vista de que el dinero no acaba de llegar a los ciudadanos, ni con la adquisición de activos ni con los avales del Estado para las operaciones de financiación de las entidades con un importe de 100.000 millones en el 2008, el PP piensa retomar la dureza argumental, pero con una novedad: aprovechará para arremeter contra Zapatero por no haber sabido vigilar a esos "amiguetes", en alusión a los banqueros.