José Luis Rodríguez Zapatero asumió ayer que la pelea vasca se dirime entre dos. Su primer discurso de campaña estuvo plagado de críticas a Juan José Ibarretxe con un tono tan inusual que, por primera vez, confesó haber hecho ejercicios de "contención y templanza" para no responder a las acusaciones del lendakari. Hasta llegó a inquirir al candidato del PNV que aclare si deben estar detenidos o en el Parlamento los que durante la madrugada de ayer destrozaron la casa del pueblo de Elorrio (Vizcaya).

Y es que el viaje a Vitoria de Zapatero para arropar al candidato del PSE, Patxi López, en el Palacio Europa, parecía tener tres objetivos: sacarse una espina con Ibarretxe; defender el esfuerzo de su partido para acabar con la violencia, y desterrar cualquier sospecha de recorte en derechos sociales. Del PP y sus escándalos o de la izquierda aberzale no hizo mención.

Puesto que los sondeos insisten en un empate técnico entre PNV y PSE que deberá dirimirse en la campaña, Zapatero optó por bajar a la arena. Ya desde el primer minuto subrayó la "falta" de coherencia del lendakari, que ha estado defendiendo su plan soberanista, y la consulta, que ahora han desaparecido de su discurso de campaña. Y destacó que Ibarretxe "no tiene un proyecto sólido" que presentar a la ciudadanía.

PROCESO DE PAZ Aunque el fracasado proceso de paz ha desaparecido del discurso socialista, Zapatero puso ayer sobre la mesa el esfuerzo de su partido por acabar con la violencia. Se jactó de que los socialistas han dejado siempre "fuera" de la contienda partidista la lucha contra ETA y dijo que López será un "lendakari valiente" al enfrentarse a los violentos.

El presidente del Gobierno declaró que la lucha contra la "recesión mundial" no consiste, entre otras cosas, en el despido "más fácil o más barato como quiere la derecha " ni en el recorte de los derechos de los trabajadores.