El presidente del Gobierno aprovechó ayer que jugaba en casa para fijar, amablemente eso sí, tres de las características irrenunciables que debe tener el nuevo y discutido modelo de financiación autonómica. A saber: debe ser una mejora colectiva, razonable y progresiva. O lo que es lo mismo, José Luis Rodríguez Zapatero advirtió de que la financiación va a pactarse multilateralmente entre todas las comunidades, va a crecer de forma moderada y lo hará paso a paso, año a año, y no de golpe en un único ejercicio.

Además, y como muestra de la "sensibilidad" que según él ha tenido el Gobierno en esta materia, Zapatero recordó que en la anterior legislatura inyectó 4.000 millones de euros a las comunidades autónomas para financiar la sanidad, "sin tener obligación" de hacerlo.

El secretario general del PSOE lo dijo en Valladolid, en la clausura el congreso de los socialistas de Castilla y León, a la misma hora que el presidente catalán, José Montilla, insistía, en la Fiesta de la Rosa del PSC en Gavá (Barcelona), que Cataluña reclama "lo que le toca".

De hecho, la ausencia del presidente del Gobierno en Gavá rompía una larga tradición de visitas a la fiesta de los socialistas catalanes. El PSOE argumentó que la cita de Valladolid estaba fijada desde hacía meses porque ayer su obligación era arropar al nuevo y joven líder autonómico, Oscar López.

El presidente del Gobierno elogió la lealtad de los socialistas de Castilla y León "con el PSOE y con España", y les prometió que las inversiones en infraestructuras del transporte crecerán un 15% en su comunidad en los presupuestos generales del Estado. El crecimiento medio de esta partida será del 6% en toda España, según anunció.

RETO A RAJOY Ese volumen de inversiones públicas llevó a Zapatero a insistir en el mensaje del PSOE de la última semana: un emplazamiento directo al líder del PP, Mariano Rajoy, para que "arrime el hombro" y "haga algún gesto de respaldo a la tarea del Gobierno" para afrontar la crisis económica.

En este sentido, el PSOE compara su apuesta por mantener las políticas sociales con las recetas de lo que Zapatero definió como el "liberalismo asimétrico", consistente en dejar que el mercado fluya libremente pero pedir al Estado que intervenga si se producen grandes pérdidas económicas. El secretario general situó a Rajoy y a José María Aznar entre los responsables de la situación, por haber apoyado esas recetas neoliberales que, a su juicio, son la causa del descalabro financiero.