Escarmentado tras el espinoso debate del Estatuto catalán, que le provocó un desplome en los sondeos y acaso una hemorragia de votos en las elecciones de mayo, esta vez José Luis Rodríguez Zapatero se ha puesto la venda antes de la herida. Ante la ofensiva del PP, y a seis meses de las elecciones generales, el presidente ha ordenado que el PSOE apoye sin matices el pacto entre el Gobierno y la Generalitat, que, tal como establece el Estatut, incrementa notablemente la inversión del Estado en Cataluña.

España se rompe. Volúmen 2. Tras la campaña contra el Estatut, bajo este título podría compilarse el recital de reproches y reivindicaciones que han entonado el PP y sus dirigentes territoriales desde que, el pasado lunes se acordó que el Estado gaste un 25% más en Cataluña, por encima de los 30.000 millones de euros hasta el 2013.

Ayer mismo, Esperanza Aguirre se sumó al coro y exigió una inversión de 2.050 millones para Madrid, y la Generalitat valenciana reclamó otros 490 millones. A esta puja se apuntó incluso el socialista Marcelino Iglesias, presidente de Aragón.

El Gobierno teme que la estrategia del PP de azuzar el sentimiento de agravio territorial cale entre el electorado socialista, resucitando los fantasmas del Estatut. Para que no se repitan los errores de entonces, cuando las críticas de los dirigentes socialistas a la reforma catalana legitimaron la campaña antiestatutaria del PP, el PSOE envió el miércoles a sus cuadros un exhaustivo documento que expone las razones del acuerdo con la Generalitat y las contradicciones de los conservadores. Todo ello para que los socialistas no solo no secunden, sino que combatan, el intento del PP de explotar el debate de la solidaridad territorial.

Especial énfasis pone el PSOE en convencer a sus cuadros de que la apuesta presupuestaria por Cataluña se producirá "sin menoscabo de las inversiones que deban destinarse a las restantes comunidades".