José Luis Rodríguez Zapatero ya no es aquel mago que se sacaba conejos de la chistera para salir airoso de los debates más adversos. El desgaste de una crisis económica que en España no afloja y sus errores de improvisación y coordinación interna lo asemejaron más ayer a ese médico que no sabe cómo curar al paciente y primero intenta convencerlo de que no es para tanto. Luego le receta medicamentos para probar si alguno funciona y, al final, se lo juega a una carta y le opera a corazón abierto.

Y es que Zapatero, que en su quinto debate monográfico en el Congreso sobre la crisis ofreció su versión más tensa y solitaria, se dejó de medias tintas y desveló el calado real de la apuesta por subir los impuestos en el 2010 al anunciar que esta equivaldrá al 1,5% del PIB (entre 15.000 y 16.000 millones de euros), lo que supone el mayor aumento fiscal normativo de la historia en un año. El líder socialista no concretó aún qué tributos sustentarán el incremento, o lo que es lo mismo, quienes serán los más castigados por el "esfuerzo solidario" y el "sacrificio" que pidió a los ciudadanos. Pero los dos partidos de la oposición que más criticaron el alza de impuestos, PP y CiU, señalaron ya a las rentas bajas y medias como destinatarios.

1.000 EUROS POR FAMILIA Los populares cifraron el coste del incremento en 1.000 euros por familia, y el presidente del partido, Mariano Rajoy, recordó a Zapatero que países como Alemania, Francia, China y Japón están gestionando la crisis con medidas que son "exactamente contrarias" a las suyas, y que los "sacrificios" que reclama obligarán a los contribuyentes a "pagar los errores" del Ejecutivo.

El presidente del Gobierno centró su intervención inicial en un diagnóstico de la situación a medio camino entre los famosos brotes verdes y un inédito reconocimiento de la dura realidad. Así, dijo que hay "indicios consistentes de que el peor momento de la recesión, en términos de caída de la actividad, ya ha pasado". Pero admitió que el país sigue inmerso en una "crisis intensa" de recuperación "aún incierta". No escondió el millón y medio de empleos perdidos "en muy poco tiempo", y tildó el paro de "verdadera herida social".

Zapatero buscó relativizar el impacto del aumento de la presión fiscal recordando que seguirá estando "apreciablemente por debajo de la media europea", y de la que había en España en el 2004, cuando llegó al poder. Desde entonces, añadió, las rebajas tributarias decididas por su Ejecutivo gracias a la bonanza económica han ascendido a 20.000 millones de euros, 5.000 millones menos que el incremento que ahora propone. También destacó que el Gobierno dará ejemplo de austeridad y en los presupuestos del 2010 se hará una "depuración exhaustiva" del gasto público.

La próxima aprobación de la ley de economía sostenible fue el otro caballo de batalla del líder socialista. El proyecto articula 20.000 millones de euros para proyectos privados de I+D y de ahorro energético, y otro de 5.000 millones para los ayuntamientos en la misma dirección.

MANO TENDIDA Ante la imposibilidad de alcanzar un pacto social, Zapatero tendió la mano al consenso con los grupos políticos, que le respondieron con críticas unánimes a su política económica. A Rajoy lo invitó a la Moncloa para "repasar el estado de las cuentas públicas" y este aceptó la cita, pero condicionó cualquier acuerdo a que no suba los impuestos. El líder de la oposición se centró en la gestión del Ejecutivo, al que acusó de "diagnósticos equivocados" y "medidas contradictorias" que han multiplicado "por cinco" el déficit público en el último año.

El resto de grupos reclamó que se concrete la reforma fiscal para estudiar el apoyo a los presupuestos. Fuentes del Gobierno indicaron que su minoría parlamentaria fue lo que le impidió hacer públicas las medidas, a la espera de negociarlas.