José Luis Rodríguez Zapatero se apuntó ayer, en el primer comité federal del PSOE desde el 36º congreso, el tanto de haber relajado la tensión autonómica en sólo seis meses al frente del Gobierno. Pero añadió que "el clima político aún tiene que cambiar más". El jefe del Ejecutivo pidió respeto entre las instituciones para evitar "una España artificialmente agitada" y abogó por dirimir las diferencias sin tornarlas enfrentamientos. "Las discrepancias no tienen por qué manifestarse como grescas continuas", sentó el presidente, que pidió a los suyos "trabajar para tener una España serena".

La alusión a las "grescas" fue interpretada por algunos asistentes como un mensaje a los barones territoriales socialistas. Sin embargo, la secretaría de organización y otras fuentes próximas a Zapatero aseguraron que iba destinado a los dirigentes del PP, tanto nacionales como autonómicos, para que colaboren a llevar a buen puerto las reformas constitucional y estatutarias. El Gobierno hace ese tipo de llamadas al PP cada semana en el Parlamento, cuando los dirigentes del partido de Mariano Rajoy transmiten como un atentado a la unidad de España el desarrollo autonómico por el que apuesta el Gobierno.

ALABANZAS El dirigente del PSC, Pasqual Maragall, aprovechó la reunión para alabar la gestión de Zapatero en el terreno autonómico en estos seis meses. Y la alusión del dirigente del PSOE al desarrollo autonómico, para pedir "un paso adelante en la reforma del Estado". El líder catalán aseguró que, si alguien puede darlo, es Zapatero; y "por eso le damos nuestro apoyo".

Maragall se felicitó de haber superado la etapa del PP, que calificó de "ocho años de regresión" y animó al Gobierno a ser valiente en la reforma constitucional en lo que atañe al reconocimiento de que "en España hay 17 autonomías, pero sólo tres son nacionalidades históricas". Y añadió: "Las nacionalidades históricas no son el problema, pero son el tema".

UNA "ANECDOTA" En cuanto al conflicto desatado por las traducciones de la Constitución europea, el PSOE lo redujo a mera "anécdota" y reclamó el foco de atención para "el momento histórico" que supone la firma de la Carta comunitaria. Los socialistas trataron de desactivar la polémica de Bruselas. Pero las traducciones al catalán de la Euroconstitución centraron la atención de la jornada.

Los principales protagonistas del conflicto, Pasqual Maragall y José Luis Rodríguez Zapatero, se refirieron al catalán, pero sin achacarse mutuamente la más mínima responsabilidad en el enfrentamiento registrado el jueves entre el Gobierno central y el Ejecutivo catalán. Zapatero redujo la polémica lingüística a un desencuentro entre Cataluña y Valencia y explicó que su Gobierno fomentará un "acuerdo" entre ambas comunidades.