La batalla ideológica existe y el presidente del Gobierno no está dispuesto a dejarla de lado. En uno de los momentos más álgidos de la crisis económica, con una destrucción de empleo nunca vista, José Luis Rodríguez Zapatero se rodeó ayer de una amplia representación de alcaldes y concejales de toda España --unos 1.200-- para ensalzar su propio plan de inversión en obras públicas en los municipios, dotado con 8.000 millones y llamar al orgullo de los trabajadores para salir de la crisis. Zapatero, de nuevo, apeló a su voluntarismo y consideró que los analistas, los que pronostican una muy lenta y dolorosa recuperación económica, "no tienen en cuenta lo que valen los trabajadores", a diferencia del Gobierno.

Orgullo, esfuerzo y "solidaridad", las señas del puño y la rosa del PSOE, y el plan de inversiones municipal. A todo ello se agarró ayer Zapatero, reiterando que no dejará a nadie "tirado en la cuneta" y que el Gobierno mantendrá su esfuerzo para fortalecer las prestaciones sociales y paliar las dificultades que un 20% de la población podría tener en los próximos meses.

CONTRA EL DESPIDO BARATO El jefe del Ejecutivo no evitó ofrecer ese porcentaje, consciente de que la situación puede empeorar y que falta todavía mucho para enderezar el rumbo hacia el crecimiento económico. Sin embargo, incidió en esa batalla ideológica de fondo al rechazar que la crisis la deba pagar el trabajador, cuando quienes la han provocado han sido los que "no tienen escrúpulos y solo piensan en la avaricia". Por ello rechazó abaratar el despido, refiriéndose directamente a la propuesta reciente de los empresarios madrileños: "A todos los que lo proponen, les digo no".

Pero si hay pronósticos o estudios nada favorables Zapatero quiso conjurarlos, aunque lejos de silenciarlos o evitarlos. El presidente del Gobierno mencionó una sola vez la "necesaria" mejora de la financiación autonómica, y no se refirió para nada a los casos de supuesta corrupción que salpican al PP en la Comunidad de Madrid y en varios ayuntamientos. Y se centró solo en la lucha contra el paro, su "única prioridad" en estos momentos y con toda certeza en los próximos meses. En todo caso, no se olvidó del todo del PP. A los conservadores les pidió que cambien de actitud y traten de llegar a acuerdos con el Gobierno. "Ojalá pueda el PP sumar esfuerzos" a la hora de encontrar una salida a la crisis, aseguró.

Para Zapatero el acto de ayer debe suponer en el futuro un "antes y un después" en la colaboración entre las distintas administraciones y debe comportar un "esfuerzo de solidaridad". Ahora sí, "todos recordarán que el PP no votó a favor de ese fondo de inversiones para los municipios". Aplaudieron con ardor, los alcaldes y otros 1.200 simpatizantes y militantes del PSOE, reunidos en el Pabellón Municipal de Congresos de Madrid, en una de las zonas de la capital dedicada en exclusiva al incentivo de las relaciones económicas, junto a la Feria de Madrid.

Más allá de la defensa ideológica, del voluntarismo y del eterno optimismo de Zapatero, el presidente tuvo que ofrecer algunas respuestas a los graves problemas de las diferentes administraciones para pagar en las fechas correctas a las empresas proveedoras, tanto grandes como pymes, una práctica que agrava la situación, como puso de manifiesto este diario en su edición de ayer. Lo hizo Zapatero aludiendo al presidente de la FEMP, Pedro Castro. "Soy consciente de que hacéis todo lo que debéis, y que debéis una parte de lo que hacéis y que eso preocupa a muchas empresas". El Gobierno, aseguró, "piensa en hacer un esfuerzo" para que los municipios tengan mayor liquidez y "agilidad" con la que hacer frente a sus pagos.

RESPUESTAS EN EL CONGRESO Esa podría ser una de las medidas que anuncie Zapatero mañana en el Congreso, donde deberá explicar el por qué del rápido deterioro del mercado laboral en España, mucho más intenso que en el resto de países del entorno europeo. Zapatero tendrá delante a Mariano Rajoy, quien insiste en que todo el equipo económico del Gobierno debe dimitir.