El Gobierno no renuncia a ninguno de sus compromisos políticos, pero tampoco está dispuesto a romper ningún puente con el Vaticano. Todo lo contrario. La vicepresidenta del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega, se lo trasladó ayer al secretario de Estado de la Santa Sede, Tarcisio Bertone, a quien explicó el proyecto sobre la regularización del aborto, el porqué de la asignatura de Educación para la Ciudadanía o el proyecto de reforma de la ley orgánica de libertad religiosa de 1980. De la Vega también expresó la voluntad del Gobierno de no modificar los acuerdos con el Vaticano y el deseo de colaborar con la Iglesia en cuestiones como el proceso democratizador en Cuba. Una mayor colaboración, por tanto, pero sin injerencias.

Bertone, que protagonizó una apretada agenda política con entrevistas con De la Vega, el presidente del Gobierno, el ministro de Exteriores y el rey Juan Carlos, escuchó de primera mano todos los proyectos políticos del Gobierno que rechaza de forma frontal la Conferencia Episcopal Española (CEE). Pero la relación del Ejecutivo con el Vaticano no discurre por esos derroteros. De ello se encargó Fernández de la Vega al establecer complicidades en asuntos tan variados como la relación de ambos Estados con Iberoamérica, donde la Santa Sede desea mantener su influencia; en buscar cómo paliar los efectos sociales de la crisis económica; la situación en Africa, o cómo restablecer los pasos fronterizos en Gaza después del cese de la violencia.

FIRMEZA DEL GOBIERNO De la Vega y Bertone ya establecieron una relación basada en "la lealtad y la confianza", según fuentes del Gobierno, en noviembre del 2007, con un primer encuentro en Roma. Esos contactos, que nunca se han abandonado, permitieron ayer una entrevista "positiva y cordial". Pero todo ello desde la firmeza del Ejecutivo, al precisar que sus compromisos son "con la ciudadanía" y que, entre ellos, figura su proyecto laicista y a favor de la regularización de un tema tan espinoso como el aborto.

En este punto, en el que el Gobierno ha mostrado algunos gestos con el Vaticano, como el aplazamiento por parte del PSOE de las conclusiones sobre la reforma del aborto que ayer mismo tenía previsto presentar en la subcomisión de estudio en el Congreso, De la Vega señaló a Bertone que el objetivo es el de amparar a las mujeres, para que ninguna acabe en prisión, y proteger a los médicos.

INVITACION AL PAPA El Ejecutivo, por tanto, trató ayer de situar las cosas en su justa medida. Corrección ante la jerarquía eclesiástica española, aunque enfatizando las diferencias ideológicas, y relación estable y fluida con el Vaticano. Una actuación no muy distinta de la que en estos momentos mantiene con las entidades financieras, donde la diferencia de criterios sobre la falta de liquidez se manifiesta públicamente, pero en la que se reconocen las dificultades de los bancos y se busca la complicidad para buscar soluciones de forma conjunta en el ámbito de los encuentros en Moncloa. Pero en el caso de las autoridades católicas, la peculiaridad estriba en que el Gobierno se debe a una relación diplomática con otro Estado, como el Vaticano.

En el trasfondo de la relación está la pérdida de peso de la religión católica en las últimas décadas en España. En este sentido, De la Vega lo señaló en la explicación que le hizo a Bertone sobre el proyecto de reforma de la ley de libertad religiosa. La ley es de 1980, y en ese lapso "España ha caminado hacia un mayor pluralismo religioso", que exige, a juicio de la vicepresidenta, garantizar otros derechos, también de los que no desean profesar ninguna religión. Todo ello llevó a José Luis Rodríguez Zapatero a invitar, tras su encuentro posterior con Bertone, al papa Benedicto XVI a la Fiesta de Santiago Apóstol del 2010.