En un partido poco proclive a las unanimidades, ayer llamaba la atención que todos los dirigentes socialistas consultados manifestaran un criterio común sobre el futuro de José Luis Rodríguez Zapatero: "En el PSOE no hay ningún debate sucesorio". Y no lo había, al menos hasta que el martes José Bono abrió la caja de los truenos al expresar su "intuición e impresión" de que, de ganar las elecciones de marzo, el presidente del Gobierno no optaría a un tercer mandato. Zapatero ya ha transmitido al núcleo duro del PSOE que, en vísperas electorales, nadie debe especular sobre la eventual retirada del candidato a la Moncloa, según informaron ayer fuentes socialistas.

Con ánimo de aprender de la experiencia ajena, el secretario general del PSOE tiene muy estudiados los errores que, a su juicio, cometió José María Aznar al frente del Gobierno, que llevaron al PP de la apoteósica mayoría absoluta del 2000 a la derrota del 2004. Una de las grandes equivocaciones estratégicas de Aznar, sostiene Zapatero, fue haber anunciado con tanta antelación que no optaría a la reelección por tercera vez. Y no solo porque al hacerlo desencadenó el inevitable debate sucesorio en el seno del PP; también, o mejor sobre todo, porque pretendió dotar de tanta épica su último mandato presidencial que acabó sufriendo una huelga general y dando la espalda a los españoles al respaldar la guerra de Irak.

EFECTO CONTRAPRODUCENTE Por tanto, hace mucho que Zapatero decidió no imponerse públicamente ninguna limitación de mandatos de la que se pudiera arrepentir en el futuro. Criterio que conocen y comparten quienes dentro del PSOE tienen un trato más estrecho con él. Pero en estas llegó Bono y abrió un debate que, además de infundado, solo puede perjudicar electoralmente al PSOE, al sembrar dudas sobre la continuidad de su líder. De ahí que el asunto fuera ayer la comidilla entre los ministros que acompañaban a Zapatero en la cumbre italo-española de Nápoles.

El propio Zapatero y el número dos del PSOE, José Blanco, se encargaron ayer, cada uno en su papel, de cortar de raíz el debate sucesorio. En la rueda de prensa que celebró junto al italiano Romano Prodi, el presidente replicó a Bono que ahora la prioridad del partido es ganar las elecciones de marzo, no especular sobre los planes políticos de cada cual de cara al 2012: "Cada cosa a su tiempo. No haré ninguna afirmación en ese sentido, ni ningún compromiso".

Recordó Zapatero que actualmente su única preocupación es afrontar "todas las tareas presentes" como jefe del Ejecutivo, y "de manera singular" la lucha contra ETA. Pero para que la ambigüedad sobre su futuro político no alimentase más elucubraciones, el líder del partido socialista remachó: "Como he afirmado en más de una ocasión ante nuestro secretario de organización José Blanco, soy un compañero que siempre estoy a disposición del partido".

Y, después de charlar con el líder del PSOE, Blanco desautorizó a Bono: "Tengo la intuición de que el presidente será reelegido en marzo, y la certeza de que estará a disposición del PSOE si se le pide que continúe más tiempo al frente del partido y como candidato". "Yo se lo pediría", bromeó. Lo que nadie en el PSOE acierta a entender es qué movió a Bono a cuestionar la continuidad de Zapatero, con quien en el 2000 rivalizó sin éxito por el liderazgo del partido.