El objetivo era marcar el territorio, dejar claro al PP que hay espacios ideológicos y que el PSOE potenciará sus señas de identidad de izquierdas con la extensión de derechos. Pero una vez situado ese debate en la agenda política, José Luis Rodríguez Zapatero clausuró ayer el 37º Congreso socialista mirando cara a cara al verdadero reto de su Gobierno en estos momentos, la complicada situación económica. Zapatero se centró en las medidas adoptadas, no escondió que existen "dificultades serias", pero retomó su discurso optimista reclamando a España que "confíe en sí misma" para superar la crisis y que desarrolle todas sus potencialidades.

El secretario general del PSOE reaccionó ante las críticas desde diversos ámbitos políticos y económicos que le reprochan que niega la realidad y no asume el alud de datos negativos que se han ido conociendo en las últimas semanas. Aseguró que esas acusaciones "no son ciertas", al exponer, como hiciera en el debate en el Congreso de los Diputados de la pasada semana, que España ha adoptado más medidas que ningún otro país del entorno europeo y que él es plenamente consciente de las dificultades que están teniendo numerosas familias que deben atender el encarecimiento de las hipotecas o el aumento de precios generalizado. Pero consideró que las críticas son interesadas e irresponsables. "Hay quienes confían en que las cosas se tuerzan para llegar al poder", sentenció, en alusión al PP.

FRENTE AL PESIMISMO Zapatero, sin embargo, con el gesto fruncido, esgrimió que nadie podrá contar con el presidente del Gobierno para que se regodee en las dificultades y que su responsabilidad le obliga a adoptar medidas para los que más sufran la crisis, pero también para conseguir que afloren las potencialidades de todos para hacer frente a la crisis. Y aportó datos que, a su juicio, desmienten el clima de pesimismo. La inversión extranjera en España en los primeros meses del año "ha superado en más del 50% la del año pasado, invirtiendo más de 16.000 millones de euros". Ante esas cifras, Zapatero se preguntó si alguien puede pedirle que exprese menos confianza en la capacidad y el futuro de la economía española que esos inversores extranjeros. "¿Alguien lo puede entender seriamente?, no, que nadie cuente conmigo para alimentar la preocupación o el desánimo", aseguró airado.

Una vez fijada su posición, Zapatero recuperó la gran apuesta que ha formalizado en el cónclave socialista y que mostró en el debate parlamentario en el Congreso: la distinción ideológica, la posibilidad real de desarrollar políticas económicas de izquierdas y de derechas, en contra de lo que defiende, a su juicio, el líder del PP Mariano Rajoy y su apuesta por disponer de medidas que ayuden a paliar la crisis a los más dependientes de los ciclos económicos, las clases trabajadoras. También aseguró que el Ejecutivo impulsa medidas para ayudar al cambio de patrón económico a medio plazo, y conseguir que España "salga fortalecida después de pasar esta situación". Frente a los 995 delegados socialistas esas afirmaciones fueron una invitación a los aplausos, justo en un momento en el que el PSOE necesita agarraderos ideológicos que lo separen del nuevo PP que desea impulsar Mariano Rajoy.

Todo ese conjunto ideológico, el optimismo para confiar en los españoles y la extensión de derechos forma parte del nuevo socialismo que Zapatero quiere contraponer frente al PP.