Solo una vez. José Luis Rodríguez Zapatero quería ayer en Barakaldo, en la fiesta de la rosa del PSE, arropar a Patxi López para que sea el próximo lendakari. Y en ello se volcó con arrojo, con determinación y exhibiendo el poder en estos momentos del PSOE frente a los problemas internos del PNV o del PP. Pero Zapatero se refirió solo en una ocasión a la espinosa cuestión de la financiación autonómica. Y la enmarcó en las "grandes cuestiones del Estado", a las que añadió la política del agua y la presidencia de España de la UE, que afrontará en el primer semestre del 2010. Para todas ellas, el presidente del Gobierno emplazó al PP a cambiar de actitud y buscar un gran acuerdo "a favor de España". A los suyos, les pidió un esfuerzo para no acentuar las diferencias en un debate tan espinoso.

ANTE TODO, COMPAÑEROS Zapatero tenía delante a seis presidentes autonómicos, el de Extremadura, Guillermo Fernández Vara; Andalucía, Manuel Chaves; Cataluña, José Montilla; Baleares, Francesc Antich; Aragón, Marcelino Iglesias; y Galicia, José Touriño. Zapatero les pidió esfuerzos para que los próximos meses prime "la capacidad de diálogo y de entendimiento".

No les nombró y evitó profundizar en una cuestión en la que el Gobierno considera que no se puede afrontar en un debate público. Pero el jefe del Ejecutivo insistió en arrogarse el papel del defensor de la cohesión territorial y de la cohesión social. Y como aviso a navegantes a la hora de modular el debate interno proclamó: "Ante todo, nos llamamos compañeros, seamos de donde seamos y hayamos nacido donde hayamos nacido".

En Barakaldo, Zapatero, ante un público de diversas autonomías, aseguró que su voluntad es la de cumplir todos sus compromisos y, aunque tenía especial interés en referirse a los objetivos sociales para esta legislatura, dejó claro que incluía la financiación autonómica. Insistió en que actuará con "coherencia y con rigor" y con los "compromisos adquiridos" en una situación económica que no dudó en calificar de las "más bajas" de los últimos años.

ENTENDIMIENTO El adversario de ayer para Zapatero fue el PP. No con la intención de hurgar en un momento interno complicado, sino para hacerle ver a Mariano Rajoy que en esta legislatura debería entenderse con el Gobierno. Uno de los problemas que Zapatero cree compartir con Rajoy es que los dos partidos, PSOE y PP, deben desarrollar una labor intensa para convencer a algunas de sus respectivas comunidades de la necesidad de cambiar los criterios esenciales del modelo de financiación.