Hayan comenzado o no las conversaciones formales con ETA, José Luis Rodríguez Zapatero ya tiene una idea aproximada de cuándo pueden empezar a ofrecer sus frutos. El presidente apuntó ayer que no aguarda novedades relevantes en septiembre, cuando el Gobierno informará a los grupos parlamentarios de la marcha del diálogo, pero sí espera que "en un año" se produzca el "momento trascendente y decisivo" del proceso de paz. Por "decisivo", aunque no lo especificó, Zapatero entiende que la banda convierta en definitivo el alto el fuego permanente que decretó el pasado marzo.

Nada de lo que rodea al camino hacia el fin de la violencia parece inquietar al presidente. Ayer, en una charla informal con periodistas desplazados a León, Zapatero se mostró convencido de que el diálogo con ETA llegará a buen puerto. Fiel a la consigna de discreción que él mismo dictó, apenas desveló alguno de los datos que le permiten albergar tal esperanza, pero con el tono reposado de sus palabras y con la expresividad de sus gestos pretendía transmitir que las cosas van por buen camino.

Los tres hechos que esgrimió para infundir confianza son de sobra conocidos. El primero, el mutismo que en los últimos días ha mantenido la banda terrorista y, también, la ilegalizada Batasuna. El jefe del Ejecutivo no quiso dar importancia a los comunicados de ETA de semanas atrás ni a las filtraciones procedentes del entorno etarra: "Ahora hay silencio, y eso es importante".

De paso, quiso defender el hermetismo gubernamental en este proceso con una frase grandilocuente: "Cultivaremos el silencio, que es la mejor plataforma para el diálogo". A su juicio, en lo referente a ETA la mejor noticia es la no publicada, por lo que hizo suya la famosa máxima inglesa: No news, good news.

En segundo lugar, Zapatero resaltó la ausencia de actos de violencia callejera en el País Vasco. A su entender, esto confirma la voluntad de ETA de cumplir los requisitos fijados por el Gobierno, que él repitió: "No se puede admitir ni una sola acción de violencia o de amenaza."

La práctica desaparición del chantaje terrorista es el tercer elemento que citó el presidente para demostrar la buena marcha del proceso de paz. La aparición de nuevas cartas de extorsión fechadas en junio no constituye, en su opinión, ni "una remesa" ni "una oleada". "Son casos aisladísimos", aventuró, a expensas de que acabe la investigación.

LA TREGUA DEFINITIVA Con todos estos datos, más otros muchos que se guarda para sí, Zapatero se atrevió a pronosticar ayer que el paso "decisivo" de ETA se producirá en el plazo de un año. Rehusó aclarar cuál era ese paso --"todo el mundo se lo puede imaginar"--, pero fuentes gubernamentales sostienen que es la declaración de un alto el fuego definitivo que permita culminar la negociación sobre el futuro de los presos y el resto de miembros de la organización terrorista.

Ese será el momento, según Zapatero, en el que el PP acabará apoyando el proceso de paz. Entretanto no espera mucho del líder popular, Mariano Rajoy, con quien no tiene previsto reunirse al menos hasta después de las vacaciones de agosto.

LAS QUEJAS DEL PP El escaso interés de Zapatero por charlar con Rajoy no es ajeno a los reproches que el dirigente conservadores le dirige desde que le retiró su apoyo para dialogar con ETA. Ayer, en Vélez-Málaga, el presidente del PP acusó a Zapatero de "tratar mejor a Arnaldo Otegi portavoz de la ilegalizada Batasuna que a María San Gil y al PP". La pretensión del Ejecutivo de conversar al tiempo con ETA mientras el PSE dialoga con Batasuna es, para Rajoy, "inmoral, ilegal y un gran error".