La reedición del tripartito no es del agrado de José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE estima, según las fuentes consultadas, que la victoria de CiU en votos y en escaños convierte a Artur Mas en el principal aspirante a presidir la Generalitat de Cataluña, aunque sea en minoría. Pero ni el Ejecutivo ni el PSOE quisieron ayer pronunciarse en este sentido, a la espera de que Zapatero escuche de boca de José Montilla los argumentos del PSC en favor de otro Govern catalanista y de izquierdas junto a ERC e ICV-EUiA.

Hace meses que el presidente expresa en privado sus recelos ante una eventual secuela del tripartito, incluso aunque esta vez lo presidiera un hombre de su confianza como Montilla. El líder socialista, de hecho, se ha volcado en la campaña con el candidato del PSC para luego, en función de los resultados, tener las manos libres --y la conciencia tranquila-- para expresar sus preferencias respecto a las alianzas poselectorales en Cataluña.

Más importante aún que la victoria de CiU --con un incremento de solo dos diputados-- es, a juicio de la cúpula del PSOE, el sensible retroceso del PSC, que pierde cinco escaños. Las fuentes sentencian que un PSC debilitado no está en condiciones de encabezar un Gobierno tripartito que suma cuatro diputados menos que en el 2003.

La ejecutiva del PSOE, a la que no tiene previsto asistir Montilla, analizará hoy el resultado, pero evitará tomas de posición que puedan desencadenar un enfrentamiento con el PSC, proclive a reeditar el tripartito. Para evitar roces, Zapatero, consciente de que el PSC es una fuerza soberana, quiere mantener una larga entrevista con Montilla para exponerle sus argumentos y, también, oír los suyos. No en vano le dio carta blanca para fijar su política de alianzas.

PACTOS EN MADRID Junto a la caída del PSC, la segunda peor noticia para el PSOE fue el buen resultado de ERC, que tiene la doble llave par dar la presidencia a Mas o a Montilla. El PSOE estima que, para evitar que los republicanos ejerzan de árbitros de la política catalana, es indispensable el diálogo entre CiU y PSC. Sea para gobernar de la manos --la famosa sociovergencia -- o para propiciar que CiU lo haga en solitario buscando apoyos puntuales en el Parlamento. Lo que, de paso, aseguraría a Zapatero el apoyo de CiU en el Congreso, que desgasta menos en España que los pactos con ERC.