Diálogo sin hipotecas. Es así como José Luis Rodríguez Zapatero encara lo que resta de legislatura, una vez ha ampliado el abanico de sus socios potenciales hasta abarcar todo el arco parlamentario salvo el PP. Ante la reciente oferta de colaboración formulada por CiU y las últimas salidas de tono de ERC, el presidente recordó ayer, en plena negociación sobre el Estatuto catalán, que le sobran apoyos para gobernar, pues hay más grupos con los que el PSOE negocia y alcanza acuerdos.

En la recepción del Congreso con motivo del 27º aniversario de la Constitución, Zapatero demostró ayer estar cansado de que le pidan cuentas por las actitudes de ERC como si los republicanos estuvieran integrados en un gobierno de coalición con el PSOE. "Este es un Gobierno del PSOE. A lo mejor conviene recordar que el PSOE tuvo 11 millones de votos, que tiene un gran respaldo propio y que, con 164 diputados, tan sólo necesita otros 11 para formar una mayoría suficiente", recalcó.

ALIADOS A LA CARTA Además de disponer de una "mayoría muy amplia", el PSOE, recordó el presidente, "afortunadamente tiene muchos grupos con los que dialogar y llegar a acuerdos", en referencia a IU-ICV (5 diputados), el PNV (7), Coalición Canaria (3) y a los 5 parlamentarios del Grupo Mixto, incluidos los del BNG, socio de los socialistas en la Xunta gallega. Dicho de otro modo: ningún aliado es insustituible.

En una informal aunque dilatada charla con periodistas, y también en la posterior rueda de prensa, Zapatero reconoció ayer que algunos tics de los dirigentes de ERC no le gustan "nada". El presidente aludía a la protesta ante la sede de la COPE en Madrid, a la pretensión de que el rey Juan Carlos pida perdón a los represaliados por el régimen franquista y a la "absurda" iniciativa de las juventudes republicanas de celebrar el aniversario constitucional arrancando hojas de la Carta Magna.

Consciente de que los guiños radicales de los republicanos pueden acarrearle un coste electoral, el presidente apuntó que ERC apoyó su investidura y mantiene "una actitud de colaboración" que agradeció, pero nada más. "Eso no significa que esté de acuerdo en una parte importante de sus posiciones. Estamos de acuerdo en lo que votamos, y en lo demás, no", recalcó.

CON CIU, SIN PRISAS Del mismo modo, Zapatero dio largas a la oferta del líder de CiU, Artur Mas, de explorar una posible colaboración con el PSOE. El jefe del Ejecutivo descartó que el acercamiento entre el PSOE y la federación nacionalista para pactar la reforma estatutaria altere su política de alianzas.

Reacio a "hablar de futuribles" en cuanto a sus posibles alianzas, no lo fue tanto, en cambio, a la hora de aventurar un pronóstico sobre la tramitación del Estatuto. Está convencido el presidente de que las Cortes aprobarán la Carta catalana con una "gran mayoría", y dejó entrever que no comparte el empeño de su partido por cerrar un acuerdo de mínimos con las fuerzas catalanas antes de que acabe el año.

El Estatuto catalán y las otras reformas estatutarias conducirán, según Zapatero, a "la culminación del proceso autonómico", que a su juicio gozará de estabilidad durante "más de una generación". Una reforma territorial posible, añadió, porque "la Constitución no es un candado, sino una llave de libertad".

Sin buscar culpables, Zapatero expresó su rechazo al boicot a los productos catalanes azuzado desde sectores ultraderechistas en respuesta al Estatuto. Pronosticó que fracasará porque será "minoritario y pasajero".

También deslizó un reproche a la Generalitat, y en concreto a su política lingüística. A expensas de obtener una información "más detallada" sobre el denunciado incremento de las multas impuestas a empresas catalanas por incumplir la ley de política lingüística, Zapatero reclamó más "respeto" al castellano.