Define la Academia de la Lengua el término calvario como una sucesión de adversidades. Exactamente lo que tiene por delante José Luis Rodríguez Zapatero si quiere mantenerse en el poder y no ceder la silla --tal y como le demandó ayer buena parte de la oposición-- después de haber aprobado, por un solo voto, el recorte de gasto social más duro de la democracia. El precio de sacar adelante el decreto de los recortes y mandar un mensaje de tranquilidad a Europa es elevadísimo, hasta el punto de que el Gobierno ha perdido de un plumazo todos sus apoyos parlamentarios y ha puesto en peligro la aprobación de los presupuestos para el 2011. "Estamos solos. Ahora nos toca reconstruir alianzas con firmeza", admiten desde Moncloa.

¿Habrá elecciones anticipadas? Está por ver, aunque todos los socialistas tuvieron ayer el corazón en un puño durante los segundos que duró la votación más difícil de la era Zapatero , pese a que la ganó por 169 votos a favor (todos del PSOE) frente a 168 en contra. CiU, CC y UPN se abstuvieron. El Ejecutivo salvó los muebles, pero sabe que la legislatura está amenazada. Tanto, que Zapatero tuvo que oír ayer cómo el presidente del PP, Mariano Rajoy, rechazaba el tijeretazo y admitía que su objetivo era forzar cuanto antes un cambio de Gobierno.

LA VICEPRESIDENTA DA LA CARA No obstante, Zapatero escuchó, pero no se pronunció ayer en el pleno. Fue su vicepresidenta segunda, Elena Salgado, la que se encargó de defender los recortes, alegando que las medidas --que congelan las pensiones y bajan el sueldo a los funcionarios-- eran "imprescindibles" para garantizar la salud de la economía. En un calculado guiño a los colectivos más afectados, Salgado hizo alusión al sacrificio que harán los pensionistas y alabó el trabajo de policías, educadores y sanitarios que, con su reducción de salario, ayudarán a que "otros ciudadanos puedan seguir protegidos ante el desempleo y garantizar el Estado del bienestar".

Pero el discurso de la vicepresidenta no sirvió para amansar a la oposición. No hubo piedad en las réplicas: desde todos los escaños salieron quejas por la polémica decisión gubernamental de tocar, al margen del Pacto de Toledo, las pensiones. De hecho, Rajoy escogió los mismos argumentos que el diputado de IU, Gaspar Llamazares, o que el portavoz de ERC, Joan Ridao, a la hora de denunciar que se utilizaba como chivo expiatorio a los pensionistas, los más "débiles".

Los peneuvistas, por su lado, negaron respaldo al decreto antidéficit alegando, sin ruborizarse, que su rechazo respondía a que había recorte de infraestructuras también para Euskadi.

Josep Antoni Duran Lleida, portavoz de CiU, advirtió de que se abstenía para no provocar un colapso en los mercados.