Aescasos dos meses de las elecciones generales, José Luis Rodríguez Zapatero abrió ayer el paraguas ante el temor a una victoria insuficiente y dirigió guiños a CiU y el PNV como potenciales apoyos para su investidura. El presidente erigió a ambas fuerzas en pilares de la estabilidad política al afirmar que el próximo inquilino de la Moncloa deberá "tener o intentar tener" con ellas una "relación de diálogo". Zapatero quitó importancia a las declaraciones más reivindicativas y polémicas de los nacionalistas catalanes y del Ejecutivo vasco de las últimas semanas. Las atribuyó a la efervescencia preelectoral --recordó que la federación que dirige Artur Mas está en la oposición-- y pidió "prudencia y tiempo" para juzgar la gestión del nuevo líder del PNV, Iñigo Urkullu.

El jefe del Ejecutivo hizo estas consideraciones tras el último Consejo de Ministros del año, en una extensa rueda de prensa en que presentó un balance de gestión de marcado sesgo económico. Pese al triunfalismo de su intervención, no puso el listón electoral del PSOE en una mayoría absoluta, sino que limitó sus aspiraciones a "una mayoría más amplia" que la actual.

CESE "ABSURDO" A la pregunta de si reconocía errores en su gestión, citó como "los más notables" su optimismo sobre el fin del terrorismo hace un año y los problemas en el AVE a Barcelona. Escaldado por promesas anteriores, eludió dar una fecha para la puesta en servicio de la línea, prevista para el 21 de diciembre, y aclaró que no se ha planteado el cese de la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, porque sería "absurdo".

Zapatero, que para desesperación de sus asesores no dejó sin respuesta ninguna de las numerosas preguntas formuladas, dio algunas pistas sobre sus planes para la próxima legislatura si gana las elecciones. El presidente desacralizó la cultura (a veces más retórica que efectiva) del consenso entre PSOE y PP para los temas de Estado. Alegó que el "consenso nuclear es el constitucional", en referencia a la exigencia básica de respetar la Carta Magna, y añadió que "a partir de ahí, en democracia hay una regla que es la de las mayorías y las minorías, y quien lleve adelante su programa, cumple".

Con esta declaración de principios, el presidente dejó claro al PP que no se sentirá atado para impulsar o aprobar iniciativas de alta sensibilidad si la aritmética parlamentaria le permite sacarlas adelante con otros grupos. Ya lo hizo en esta legislatura con la negociación con ETA, la ley de matrimonios homosexuales, la reforma educativa, la financiación de partidos, la memoria histórica y el Estatuto catalán, que tuvieron la oposición frontal del PP. Zapatero achacó al partido de Mariano Rajoy la imposibilidad de alcanzar acuerdos en estas y otras materias.

DESENCUENTROS Respecto al debate promovido por Mariano Rajoy, partidario de limitar los mandatos a ocho años, dijo que "se puede discutir", aunque avanzó que su posición es "pedir la confianza de los ciudadanos por cuatro años", sin más consideraciones temporales.

Zapatero hizo especial hincapié en la lucha antiterrorista al repasar sus desencuentros con los conservadores, a quienes acusó de ser "los únicos" que vulneraron el principio de no politizar el terrorismo. A ETA le dejó bien claro que "no hay ninguna expectativa de diálogo", y, en lo que concierne a la posible ilegalización de ANV, se remitió de nuevo a lo que decida la justicia. Ante la abundancia de preguntas sobre antiterrorismo, se remitió a la campaña electoral, dando por hecho que el asunto estará presente en el debate.

Prácticamente no quedó asunto sin abordar en la rueda de prensa, en la que el presidente recalcó la buena marcha de la economía, que ha colocado a España por encima de Italia en renta por habitante, y avanzó que el superávit de las cuentas públicas del 2007 será "al menos" del 1,8%.

El presidente descartó introducir en su programa la reforma de la ley del aborto, con el argumento de que "no hay razones suficientes" que lo exijan.