Isabel, Mari Ángeles, Joaquín, Manuel, Raquel, Gloria... vivieron una revolución hace 15 años en Extremadura. No fueron los únicos. Entonces fue un gran paso para la sociedad. Así se podría definir lo que causó la modificación del artículo 44 del Código Civil que permitió ampliar el matrimonio y la adopción a las parejas del mismo sexo. Sólo hubo que cambiar los términos marido y mujer por cónyuges, y padre y madre por progenitores. Además, se añadió una frase: «El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o diferente sexo».

Y con esta reforma, la ley 13/2005, aprobada en el Congreso el 30 de junio de hace 15 años por iniciativa del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y que entró en vigor un 3 de julio, venía a traer seguramente una de las mayores transformaciones sociales vividas en este país. Con la ley, España se convertía en el cuarto país del mundo en aprobar la unión homosexual aunque, como declaró en aquel momento el entonces presidente del Gobierno, «era la ley más completa y avanzada de todas».

Lo recuerda José María Núñez, una de las caras más visibles de la defensa de la diversidad LGBTI en la región y presidente estatal de la Fundación Triángulo. «El logro del matrimonio igualitario fue sin duda un punto de inflexión en el avance social hacia la paridad plena de lesbianas, gais y bisexuales. A partir de ese logro, España se convirtió en referencia internacional al reconocer la dignidad de todas las personas, en equidad ciudadana plena. No olvidemos que conceder y eliminar el derecho al casamiento es algo que el poder ha usado a lo largo de la historia para dar y quitar carta a la población», asevera el dirigente extremeño.

Núñez resalta que además, ese avance, al ser confirmado por el Constitucional quedó ratificado, «al tiempo que retrataba las ganas de limitar la felicidad de los demás por parte de algunos, como entonces fueron los casi 70 firmantes del recurso que interpusieron algunos parlamentarios del Partido Popular. Varios de ellos después se casaron o celebraron la alegría de allegados suyos. No obstante, ante equivocaciones como esa del PP, sin olvidar, hay que mirar con generosidad. Los avances sociales se consolidan así, asumiéndose incluso por quienes los cuestionaban».

Derechos trans

«Algo parecido pasa actualmente cuando algunas feministas dicen que reconocer derechos, que son su- yos, a las personas trans borrarán derechos a las mujeres. Ni entonces el matrimonio igualitario acabó con la familia tradicional, ni reconocer los derechos humanos trans en una legislación necesaria y pendiente reducirá los derechos de las mujeres. Y es que eso es parte de los avances sociales necesarios en dicho momento, reconocer de manera integral y por ley los derechos trans. Porque tras el matrimonio nos quedó demasiada agenda LGBTI por lograr para disfrutar de una igualdad plena, real y efectiva», sentencia Núñez.

Es cierto que a lo largo de estos 15 años, se ha conseguido que las leyes avancen de forma muy significativa, sin embargo hay que admitir que muchas de ellas están tardando en implementarse. La realidad social todavía se resiste y no hay que omitir que en los últimos tiempos está involucionando políticamente. «Legalmente, sí, socialmente queda bastante trabajo», confirma el colectivo.

Más de 54.000 casamientos

Desde que se aprobó el matrimonio homosexual en España, se han casado más de 54.000 parejas del mismo sexo, aunque más hombres que mujeres. En la actualidad, una treintena de países han legalizado los matrimonios igualitarios.

En el nuestro fue el político socialista Pedro Zerolo quien unificó el discurso del colectivo, en una época en la que se barajaban varias fórmulas de unión, como la de pareja de hecho, y apostó por el matrimonio igualitario. Zerolo dejó un gran legado, que obliga a seguir en la lucha: sólo en lo que va de año las agresiones homófobas vía online han crecido exponencialmente.

En 2005 el gremio arrastraba momentos muy duros. Las perso- nas LGBTI sufrían una amplia y profunda discriminación. No hay que olvidar que lo derechos empezaron a reivindicarse en plena crisis del sida. Entonces, asimismo sucede ahora, existía el discurso del odio, de modo que la reforma de la ley supuso un cambio radical y, en cierto modo, un parapeto contra la homofobia.

Si hoy Luis Cernuda, el hombre de la Generación del 27 que escribió ‘Los placeres prohibidos’, viviera, probablemente hubiera sido uno de los grandes protagonistas de este avance social. De hecho, Zapatero incluyó uno de sus versos en el discurso en el Congreso de los Diputados el día en que se aprobó la modificación del Código Civil: «Cómo se engaña el hombre y cuán en vano da reglas que prohíben y condenan».

Con la nueva ley se cambió la vida de miles de personas. Es la demostración, por un lado, de que la intolerancia tiene cura, y por otro, la lección de que quienes están creciendo en libertad deben tener claro que ésta no ha llegado sola, que ha habido que pelearla para que mujeres y hombres puedan decir lo que aman, «puedan levantar su amor por el cielo como una nube en la luz», tal cual lo escribió Cernuda.

«Ha sido un hito en la lucha del colectivo»

Isabel Blanco González y Mari Ángeles Monroy Dueñas, el día de la ceremonia.

La historia de Isabel Blanco González y Mari Ángeles Monroy Dueñas, concejala del Ayuntamiento de Plasencia la primera, psicóloga clínica la segunda, es como otras tantas parejas en el mundo. Llevan casadas cuatro años. «Fue uno de los mejores días de mi vida, muy especial, con la gente que quisimos, como quisimos (que es lo que tiene casarse ya a una edad)», dice Isabel entre risas mientras relata el momento en el que contrajeron matrimonio.

«Llevábamos bastante tiempo juntas, y fue una manera de celebrar nuestro amor, nuestro compromiso y nuestra vida en común. También quisimos agradecer a la familia y los amigos todo el apoyo que habíamos recibido durante numerosos años. No fueron fáciles los comienzos y siempre han estado ahí», explica sincera.

Se desposaron en Jarandilla de la Vera y cuando se le pregunta por esta década y media de aprobación del matrimonio homosexual, considera que «ha sido un hito en la historia de los derechos y de la lucha del colectivo, y además de las personas que aún no perteneciendo a ese gremio, asiduamente ha defendido nuestra causa y nos ha ayudado».

Importancia del aniversario

Eso sí, sabe que «mucha gente se ha quedado en el camino», por eso da aún más valor a este aniversario. «Casarse es la demostración de que quieres a otra persona, independientemente del sexo, y eso nos ha dado la oportunidad de igualarnos al resto de la humanidad. Porque bastantes de nosotras y nosotros éramos parejas de hecho, pero eso no conllevaba el derecho total que ahora mismo tenemos», indica.

Isabel reitera que es una fecha muy especial. «Aún queda un gran camino por recorrer, aunque se ha avanzado. En el Ayuntamiento de Plasencia vemos la cantidad de personas del mismo sexo que se han casado y eso es muy positivo».

Desde el punto de vista social Isabel y Mari Ángeles nunca han tenido problemas en mostrar su amor. «No recuerdo ningún episodio; fue quizá más difícil familiarmente, sin embargo con el paso del tiempo ha quedado claro que nuestra relación estaba muy afianzada y que nos queremos de verdad, porque esto no es nada más que una cuestión de amor. Además, la capital del Valle del Jerte es una ciudad abierta y diversa».

Emociona la naturalidad con la que Isabel narra sus vivencias. Por eso insiste en la necesidad de trabajar desde la infancia para que la visibilidad no solo sea una teoría. «En este instante el colectivo está más formado y relacionado con los derechos; y creo que los políticos han hecho por tirar de este carro, excep- to excepciones, abogan por una defensa de los derechos LGBTI».

Debido a este motivo, es fundamental aprovechar la coyuntura actual en la consecución de mayores conquistas sociales que hagan de la libertad, no una quimera, sino una realidad.

«No todo es blanco o negro, es bueno que suene la diversidad»

Joaquín Paniagua Núñez y Manuel Machado Expósito, el día de su boda.

El 7 de septiembre de 2019 Joaquín Paniagua Núñez y Manuel Machado Expósito se casaron en Valencia de Alcántara (Cáceres), ese mismo día firmaron y arreglaron los papeles en el juzgado. «Nos conocimos por internet a través de una aplicación hace cinco años», explica Paniagua.

«Recuerdo el día de mi boda como un momento precioso desde que empezó hasta que terminó. Nos casó el alcalde Alberto Piris en el castillo de mi pueblo y después el convite se celebró en el de mi chico. Exactamente en la casa rural Camino del Alentejo (La Codosera, Badajoz). Asistieron nuestros familiares y amigos y eso lo hizo más emotivo y especial», rememora con alegría.

La pareja cuenta que nunca se han escondido de nadie, «siempre hemos sido libres expresando nuestros sentimientos, sobre todo en Extremadura, que para nosotros es una región abierta y empática». Pero, ¿qué ha variado tras la aprobación de la ley? «La sociedad ha cambiado bastante, sin embargo aún quedan cosas por modificar ya que sigue existiendo gente que nos considera unos enfermos o unos bichos raros», destaca Joaquín al otro lado del teléfono.

Etiquetas

«La etiqueta no nos la ponemos nosotros, nos la ponen los demás. Las personas temen a lo desconocido y hay numerosos que no saben cómo encajar que alguien tenga gustos distintos a los que la sociedad considera como normal. Aun así tenemos una vida muy tranquila y sin apreciar ninguna diferencia. No todo es blanco o negro, es bueno e importante que suene la diversidad», indica con la esperanza de que dicha situación cambie pronto.

La Ley de Matrimonio Homosexual les ha dado la oportunidad de «poder compartirlo todo y formalizar y normalizar nuestra relación como lo han hecho toda la vida las parejas heterosexuales».

Joaquín es concejal del Ayuntamiento de Valencia de Alcántara y Manuel trabaja como dependiente en una tienda de ropa, ambos no dudan en asegurar que el expresidente Zapatero les dio la «dignidad social que no tenían».

Por ejemplo, subrayan que «hay un montón» de circunstancias para las que es necesaria una figura como la del matrimonio. «Tu pareja se pone enfermo y no tienes derecho a días por enfermedad de un familiar cercano; si hay un problema médico no tienes derecho a decidir por nadie porque no tienes ningún vínculo legal... El matrimonio no es sólo una cosa sentimental y de querer estar unido de por vida, sino una institución legal imprescindible para que la ley no te ignore», concluyen.

«Con la boda demostramos que un mundo más justo es posible»

Raquel Prados Arias y Gloria Tello Vicente Raquel Prados Arias y Gloria Tello Vicente

Raquel Prados Arias y Gloria Tello Vicente tomaron la decisión de casarse hace cuatro años, además de por el amor que había entre ellas y la ilusión a nivel personal, por «los efectos legales para ser mamás al cuadrado», señala Prados. A ellas dos -reconoce- esta ley las hizo «sonreír, porque nuestro hijo Juan podía ser titular del derecho básico de ser protegido y amado de hecho y derecho por sus dos progenitoras. Con nuestra boda demostramos que un mundo más justo e igualitario es posible», comenta.

Explican que su unión fue algo sencillo y normal, con los nervios a flor de piel (risas), no hubo una celebración por todo lo alto y tampoco se vistieron de novias. «No cambió nada en una relación que ya estaba muy asentada, aunque sí supuso un antes y un después en sus vidas. Nos convertimos en ciudadanos iguales a los demás, con los mismos derechos», recuerda emocionada Raquel.

La pareja cree que en esta década y media han cambiado las actitudes: «Nuestras familias, integradas han demostrado que esta ley, no sólo no perjudica a nadie, sino que hace enormemente feliz a muchos y a muchas». «Pensamos que el tiempo facilita la interiorización de la ley y el que la gente normalice un hecho que antes se percibía desde un mayor desconocimiento y con más prejuicios. Queda mucho trabajo de concienciación pero cada pareja que se ha casado en estos años ha facilitado ese trabajo».

Raquel, escurialega y dueña de una pastelería en Miajadas (Cáceres), y Gloria, miajadeña y militar, se conocen desde el instituto. Ambas admiten que las personas del mismo sexo cuando se unen, se sienten todavía desplazadas en determinados aspectos: «Nuestro hijo no ve a su familia representada ni en la televisión, ni en los anuncios, ni en los libros...», lamenta la pareja.

Retroceso

Por último, hablan de la misma forma de un «posible retroceso por la actitud de algunas personas en el trato que tienen hacia nosotros», especialmente de los adolescentes, «a los cuales consideramos un poco homófobos (no a todos, por supuesto). Una se cansa de escuchar a los chavales, y a los no chavales, llamar maricón y bollera a otros. Quizás esto se deba a la educación que han recibido, lo que escuchan en los medios o por los tabús con los que conviven desde pequeños», destacan.