Los cerca de 19.100 musulmanes que viven en Extremadura están llamados a celebrar desde ayer el mes del Ramadán, durante el cual no pueden ingerir alimentos, bebidas o humo ni mantener relaciones íntimas, pero tampoco enfadarse o decir palabras malsonantes, desde el alba hasta la puesta del sol.

El Ramadán, que este año finaliza el 6 de julio, cumple para los musulmanes una función religiosa, como forma de adorar a Dios, y sirve también para estrechar los lazos familiares y sociales, así como para purificar el cuerpo, fortalecer la voluntad y comprender lo que sufren las personas privadas de alimento. Según el 'Estudio demográfico de la población musulmana' de 2015, elaborado por la Unión de las Comunidades Islámicas de España, un total de 19.064 musulmanes residen en Extremadura, de los que cerca de 12.600 viven en la provincia de Cáceres.