19.064 musulmanes que viven en Extremadura están llamados a celebrar desde hoy el mes del Ramadán, durante el cual no pueden ingerir alimentos, bebidas o humo ni mantener relaciones íntimas, pero tampoco enfadarse o decir palabras malsonantes, desde el alba hasta la puesta del sol.

El Ramadán, que este año finaliza el 6 de julio, cumple para los musulmanes una función religiosa, como forma de adorar a Dios, y sirve también para estrechar los lazos familiares y sociales, así como para purificar el cuerpo, fortalecer la voluntad y comprender lo que sufren las personas privadas de alimento.

Según el "Estudio demográfico de la población musulmana" de 2015, elaborado por la Unión de las Comunidades Islámicas de España, 19.064 musulmanes residen en Extremadura, de los que cerca de 12.600 viven en la provincia de Cáceres.

Las localidades de Saucedilla y Talayuela, ambas en esta última provincia, destacan por el importante peso de la población musulmana.

Del total en Extremadura, 10.244 tiene la nacionalidad española, principalmente por ser descendientes naturales de inmigrantes ya nacionalizados, mientras que el resto (8.820) son extranjeros, según recoge el estudio.

La mayoría de este último colectivo son marroquíes (7.837), seguidos muy de lejos por pakistaníes (310), senegaleses (172) y argelinos (160), entre otras nacionalidades.

3.194 alumnos de religión islámica

Asimismo, Extremadura cuenta con 3.194 alumnos de religión islámica, 1.499 españoles y 1.695 extranjeros, pero ninguno tiene acceso a clases de religión islámica.

Otra de las carencias es la falta de un cementerio en Extremadura destinado a este credo, infraestructura que la comunidad musulmana viene reivindicado desde hace años.

Actualmente, los musulmanes extremeños deben desplazarse a los territorios magrebíes o árabes de origen o a la Comunidad de Madrid, asumiendo la familia un coste que alcanza una media de 4.000 euros.

Para su rezo, este colectivo dispone de una veintena de mezquitas o templos de culto en Extremadura. La última fue inaugurada hace un año en Villanueva de la Serena (Badajoz).

La comunidad musulmana subraya la importancia de que los 1.887.906 musulmanes que viven en España, aproximadamente el 4 % de la población, tengan facilidad para flexibilizar sus horarios de trabajo.

Y que puedan hacer coincidir el fin de la jornada laboral con la ruptura del ayuno, que se produce al llegar el ocaso.

Este aspecto está reglamentado por un acuerdo de cooperación entre el Estado y la Comisión Islámica de España que permite a los musulmanes concluir la jornada laboral una hora antes de la puesta del sol durante el mes de ayuno, horas que deberán ser recuperadas por el trabajador.

Por otra parte, el Aid el Fitr (fiesta del final del Ayuno) que tendrá lugar el 6 de julio, tiene dos momentos clave: la oración del rompimiento del ayuno y la entrega a los pobres y necesitados de una limosna en especies, generalmente comida.

Esta limosna consiste en el equivalente a cuatro manos llenas de comida y, si no es posible dar alimento, entonces se puede entregar dinero.

El pago de la limosna es obligatorio para el musulmán que tenga alimento en exceso "más allá de lo que le bastaría a él y a quienes de él dependen para un día y una noche".

Éste es también el día en el que los musulmanes hacen regalos a los niños, se les viste con ropa nueva y acuden a la mezquita para la primera oración de la mañana. Al salir del rezo, toda la familia acude al cementerio a recordar a sus parientes fallecidos y por la tarde visitan a familiares y amigos.