El catálogo de tesoros de Extremadura cuenta con 203 joyas. Templos, palacios, restos arqueológicos, monumentos naturales, jardines, fiestas y hasta una lengua, el A fala. Porque no es necesario que todo sea tangible, hay maravillas que no se pueden tocar pero que también merecen ser reconocidas, admiradas y protegidas por la administración. Y eso es lo que ocurre cuando se declara un Bien de Interés Cultural, un BIC, en la comunidad. Que se despliega toda una ley regional sobre ese bien con la que se busca, sobre todo, protegerlo y ponerlo en valor. Con ese paragüas se cobija ya en la región a 203 bienes -97 en la provincia de Badajoz y 106 en la de Cáceres- que forman el catálogos de BIC de Extremadura. Algunos son de sobra conocidos, como el teatro y el anfiteatro romano de Mérida, el puente de Alcántara o el Monasterio de Guadalupe, el primero en recibir el sello de Bien de Interés Cultural.

Cada año se incorporan entre cuatro y diez nuevos tesoros repartidos por toda la geografía extremeña y que puede ser designados hasta en cuatro categoría: bienes inmuebles (que a su vez incluyen otras seis subcategorías que son monumento histórico, jardín histórico, conjunto histórico, sitio histórico, zona arqueológica y lugares de interés etnológico), bienes muebles, patrimonio etnográfico y patrimonio documental y bibliográfico. Y dentro de estas hay tres bienes inmateriales declarados como BIC en Extremadura: el A fala de la Sierra de Gata, la Fiesta del Árbol de Villanueva de la Sierra y las fiestas y danzas de la Virgen de la Salud de Fregenal de la Sierra.

Así, en los últimos tres años, la Consejería de Cultura e Igualdad ha declarado 17 nuevos BIC en la comunidad. Entre ellos, la conocida como la ‘Capilla Sixtina’ extremeña, la ermita de Nuestra Señora del Ara situada a pocos kilómetros de la localidad pacense de Fuente del Arco. Fue construida en el siglo XIV y pese a la evolución de la construcción desde entonces, aún conserva el estilo mudéjar. Sus pinturas murales son el elemento más interesante de la ermita y las que la convierten en un edificio realmente único y catalogado como BIC desde el pasado octubre. En los últimos tres años también se han incorporado las iglesias del Buen Barón de Hoyos o la de San Juan Bautista de Malpartida de Plasencia, los restos arqueológicos de Contributa Iulia en Medina de las Torres o el Palacio de los Condes de Osorno en Pasarón de la Vera.

En este tiempo, además, han caducado algunos expedientes, como el del pueblo de colonización Vegaviana y sus escuelas-capilla en los términos municipales de Vegaviana, Cilleros y Moraleja. El proceso para declarar este BIC fue incoado en octubre del 2014 pero transcurrieron los 16 meses fijados por ley para resolverlo y el pasado octubre, por tanto, se publicó en el DOE la caducidad de este proceso.

Mientras, en trámites se encuentran otros expedientes como el sepulcro megalítico de la Granja del Toriñuelo en Jerez de los Caballeros, la iglesia parroquial de Santa Catalina en Romangordo o el órgano de la iglesia parroquial Santa Maria de la Consolación, en Garrovillas de Alconétar, cuyo expediente para ser declarados BIC se inició el pasado 26 de marzo.

¿Qué dice la legislación?

Pese a que estos todavía no están incluidos en el catálogo de BIC, el hecho de tener expedientes ya incoados sí les hacen gozar de la misma protección que cualquier otro bien ya reconocido. Así lo estipula la Ley 2/1999, de 29 de marzo, de Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura, la que regula este sello. Esto significa que debe estar bajo supervisión periódica, que necesita permisos para cualquier obra y que sus propietarios, sean públicos o privados, deben conservar el bien y realizar las actuaciones necesarias para evitar su deterioro y también facilitar las visitas tanto al público y como a inspectores e investigadores.