El jurado popular ya había percibido alevosía y ensañamiento y apreciaba, además, las agravantes de parentesco y violencia de género, al tiempo que no atendió dos de las tres las atenuantes propuestas. De ahí que el resultado sea que G. P. pase los próximos 24 años en la cárcel por asesinar a Mirela Gheorge y 9 meses más por el delito de quebrantamiento de condena. Así consta en la sentencia dictada por el presidente del tribunal del Jurado y ponente, José Antonio Patrocinio, emitida por la Audiencia Provincial de Badajoz y conocida ayer, en la que el ponente señala la peligrosidad que «presenta y representa» el ahora condenado «por la brutal, cruel e inhumana acción ejecutada y la forma en que se hizo».

El fallo judicial considera como hechos probados que Ginel P. y Mirela Gheorge, ambos ciudadanos de nacionalidad rumana, habían mantenido una relación estable de pareja durante varios años fruto de la cual había nacido un hijo, relación que cesó en octubre de 2015 cuando el primero fue condenado por un delito de amenazas en el ámbito de la violencia de género, imponiéndose, entre otras penas, la de prohibición de aproximación y de comunicación con aquélla.

A pesar de ello «el acusado, que estaba con unos amigos en Mérida en un pub, tras mantener en la madrugada del día 6 al 7 de enero de 2016 un contacto telefónico con Mirela, se dirigió esa misma madrugada a Badajoz donde se hallaba ésta, habiendo comprado previamente botellón».

Una vez en Badajoz, «optaron por dirigirse al pantano de Alange, lugar frecuentado por ambos, llegando de madrugada, todavía de noche. Dicho lugar es un paraje solitario y alejado del núcleo urbano, en el que no había personas esa noche».

Además, «sin que conste la hora y dentro del vehículo, Ginel golpeó a Mirela con una botella de cristal (de güisqui) de forma sorpresiva, salpicándose de sangre el techo del vehículo. Mirela había bebido previamente alcohol, y a consecuencia del fuerte golpe y del estado de embriaguez entró en un estado de aturdimiento que le incapacitó para defenderse de las numerosas agresiones que le produjo el acusado».

Una vez fuera del vehículo, junto a la valla del terraplén, «el acusado asestó otro golpe con la botella en la cabeza a Mirela, rompiéndose esta vez la botella, y después siguió agrediéndola una y otra vez, llegando a arrastrarla por dicho terraplén hasta la orilla del pantano, empujándola finalmente hacia el agua».

Las múltiples heridas que presenta la mujer, fundamentalmente en cara, cabeza, cuello y tórax, «fueron ocasionadas por los múltiples golpes y actos de agresión realizados por Ginel, y en este sentido, además de los dos golpes con la botella en la cabeza, el acusado le asestó también un golpe con una piedra. Asimismo le dio una patada en el tórax cuando se encontraba en el suelo o sobre una superficie rígida, y además le agarró por las orejas y la golpeó contra el suelo y le presionó fuertemente con los dedos en el cuello y, finalmente, también, le profirió otros malos tratos sobre el cuerpo. Todo lo cual duró aproximadamente una hora».

La sentencia, tras reproducir los daños sufridos por la víctima, señala que concurren las agravantes de parentesco y de género, «no así la circunstancia de lugar, que queda absorbida por la alevosía». Conforme al veredicto del jurado, las atenuantes de arrebato u obcecación no quedan acreditadas, como tampoco la de intoxicación etílica; y en cambio sí se contempla la de confesión

Con todo ello, el ponente, ante las peticiones de penas de 9 años por la defensa y 25 del fiscal y las acusaciones, dice que «atendiendo a las circunstancias concurrentes resulta justo imponer al acusado una pena de 24 años de prisión», y explica que «la atenuante de confesión y la agravante de parentesco se neutralizan, quedando pues la agravante de género, por lo que se impone la pena en su mitad superior».

Además, dicta que no puede acceder al tercer grado hasta el cumplimiento de la mitad de la pena; y le impone la pena añadida de siete años de libertad vigilada y la privación de la patria potestad sobre el hijo.