Más de 3.000 extremeños están a la espera de tener plaza en alguna de las residencias geriátricas que existen en la región, según estimaciones de José Antonio Luceño, presidente del IV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Residencias que se clausuró ayer en Cáceres.

Actualmente, en Extremadura hay alrededor de 7.500 plazas en centros geriátricos, un 60% de ellas en instalaciones de gestión pública --dependientes de la Consejería de Bienestar Social o de ayuntamientos-- y el resto de titularidad privada. El ratio regional de plazas por habitante es algo superior al nacional, igual que sucede con la proporción de residencias públicas, que en España ronda sólo el 30%.

ENVEJECIMIENTO El progresivo envejecimiento de la población va a hacer imprescindible a medio plazo un importante aumento en el número de residencias para la tercera edad. "En menos de una década, más del 20% de los extremeños habrán superado los 65 años", apunta Luceño.

En el conjunto del Estado, los datos son muy similares ya que, a día de hoy, los centros geriátricos españoles acogen a unos 350.000 ancianos, cifra que en unos diez años habrá superado el medio millón.

José Antonio Luceño, médico de la Residencia Asistida de Cáceres, lamenta la escasez de profesionales verdaderamente especializados en el ámbito gerontológico: "Debería existir una formación específica, porque resulta difícil encontrar personal preparado", explica, al tiempo que recuerda que los sueldos en este sector sanitario son muchas veces entre un 30% y 50% más bajos que en otras áreas sanitarias. En cualquier caso, considera que el nivel asistencial de las residencias extremeñas "está dentro de la media española o, incluso, es mejor".

En el marco de este IV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Residencias se presentó ayer El libro blanco de la alimentación de los mayores , obra de los doctores Javier Aranceta, Mercedes Muñoz y José Luis Guijarro, los tres profesores de la Universidad de Navarra. En él se hace un recorrido por la mayor parte de las variables relacionadas con la alimentación en la tercera edad y sus factores determinantes.

Uno de sus autores, Javier Aranceta, hizo hincapié ayer en la importancia de que cada residencia cuente con un dietista que planifique los menús, algo que en estos momentos apenas si sucede en un 5% de los casos. "En todo lo que sea comida institucional para colectivos vulnerables, como son los ancianos o los niños, debería haber por ley un dietista que supervisase", afirmó tajante. Para este especialista, "si un anciano está bien alimentado, vivirá más y mejor. Además, necesitará menos medicinas, con lo que el gasto económico en este capítulo será menor".