Unas 30.000 reses extremeñas ha sido analizadas en los laboratorios de Badajoz y Algete (Madrid) para controlar la Encefalopatía Espongiforme Bobina (EEB), enfermedad que ha sido detectada en doce casos, el último de ellos hace cuatro meses, una vaca frisona de Guijo de Galisteo nacida en 1989. Según los datos facilitados a Efe por la Consejería de Agricultura, en el año 2001 se efectuaron en Badajoz 8.979 test del prión y otros 351 se repitieron en el laboratorio de referencia de Algete, a donde llegan los casos dudosos.

En el 2002 se hicieron 15.133 en Badajoz y 242 en Algete, y en lo que va de año, 5.278 en el laboratorio de la capital pacense y uno en el madrileño. De confirmar los casos positivos se ha encargado el Laboratorio Nacional de Referencia de Zaragoza.

La normativa de control de la enfermedad ha ido evolucionado y ahora, por ejemplo, cuando se detecta un positivo ya no es necesario sacrificar a toda la cabaña como al principio del mal de las vacas locas . Así, por ejemplo, en el primer caso detectado en Extremadura, en Bodonal de la Sierra, hace ahora dos años, se sacrificó la totalidad de la explotación, 253 cabezas; mientras que en el último, sólo se mató la cohorte (los descendientes y los alimentados con la misma comida), dos animales que dieron negativo en el test del prión.

"Nosotros presionamos para que no se sacrificará (toda la cabaña), puesto que si alguno de estos animales tuviera también la enfermedad tiene que pasar forzosamente por el filtro de la analítica, bien sea en el matadero o bien por muerte en el campo", explicó el director general en funciones de Producción, Investigación y Formación Agraria, Angel Sánchez.

Por otro lado, el servicio de recogida de vacas muertas en explotación, del que se encarga la empresa Tragsa, lleva recogidos en lo que va de año 9.147 cadáveres, lo que supone 2.624.720 kilos reses retiradas y destruidas, eliminación que se produce en Madrid, al carecer Extremadura de incineradora.