Año 1980: Tras la constitución de la Junta Regional presidida por Luis Ramallo con 14 consejeros de la UCD, seis del PSOE, uno del Partido Comunista y otro del Grupo Independiente, comienzan los trabajos para elaborar un estatuto de autonomía para Extremadura, región en la que hasta la muerte del general Franco apenas había arraigado el sentimiento nacionalista. El texto vería la luz un año después y sería aprobado como ley orgánica en la sesión número 13 del Congreso de los Diputados sin suscitar importantes desacuerdos con 228 votos a favor, 3 en contra y 72 abstenciones. Extremadura nacía así el 25 de febrero de 1983 como autonomía ávida de activar el engranaje que la dotara de las infraestructuras necesarias para ejercer su autogobierno. Mérida se constituirá como capital y sede de todos los órganos institucionales y será en la capilla del Parador de Turismo donde inicie su andadura, el 5 de marzo de 1983, una Asamblea Provisional de Extremadura presidida por Pablo Castellanos hasta la celebración de las primeras elecciones regionales, el 8 de mayo del 83. Poco después, el día 21, se celebra el primer pleno regional en la Casa de la Cultura de Mérida y Antonio Vázquez es elegido presidente de la Cámara. El 7 de junio, en la segunda sesión, se aprueba el Estatuto y se proclama al socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra primer presidente de la comunidad autónoma de Extremadura.

Año 2013: el Parlamento regional cumple 30 años de historia plenamente consolidado como órgano legislativo y seña de identidad de Extremadura como región. Por sus 65 escaños han pasado ya un total de 300 diputados del PSOE, Alianza Popular, el Partido Comunista, Extremadura Unida, UCD, Izquierda Unida y el PP que en las ocho legislaturas que han transcurrido hasta la fecha, han aprobado 240 leyes autonómicas y cuatro reformas del Estatuto. A la Asamblea Extremadura le debe su identidad y configuración como autonomía, desde la creación del himno, la bandera y el escudo extremeños hasta la aprobación de la última ley de presupuestos regionales y pese a que solo la importancia de la potestad legislativa que ostenta justifica su existencia, la Cámara celebra su trigésimo aniversario en un momento muy complicado para la política. Sumida en un proceso de reforma interno y un ejercicio de transparencia sin precedentes, el Parlamento trata de recuperar esos valores que transmitieron los 65 parlamentarios que vieron nacer a la Extremadura democrática para conectar de nuevo con una sociedad que cada vez siente una desafección más fuerte hacia la clase política.

No en vano, tanto el actual presidente de la Cámara, Fernando Manzano, como el líder del Ejecutivo, José Antonio Monago, proponen ya una completa reforma que permita un Parlamento cada vez más abierto y plural. Partidarios ambos de que "los políticos tienen que cambiar con los tiempos", proponen una serie de cambios en la ley electoral, el Reglamento de la Cámara y el Estatuto que además, se configuran con los principales retos que debe abordar el Parlamento extremeño en su futuro más próximo: abrirse a la sociedad para que el ciudadano vuelva a confiar en la política. Listas abiertas, rebajar del 5% al 3% el número mínimo de votos para que los partidos puedan entrar en el reparto de escaños o hacer públicas las cuentas de los partidos y la renta de los diputados desde que toman posesión del acta son decisiones sin precedentes que al menos en lo que queda de legislatura, hará que las tres fuerzas con representación parlamentaria se sienten a negociar para recuperar ese espíritu de autogobierno que en los 80, hizo posible que Extremadura retomara el vuelo político y social para convertirse en una región que aún hoy, tiene que seguir creciendo.