No existen diferencias entre las comparsas de Badajoz y las que vienen de fuera a participar en el gran desfile del domingo, ni por la vistosidad de los trajes, la majestuosidad de los acabados ni la originalidad de los diseños. Más de 4.000 carnavaleros, pertenecientes a 42 comparsas, 6 grupos menores, murgas y artefactos, realizaron ayer el recorrido, que se prolongó durante más de cinco horas y que a pesar de haberse iniciado a las 14.30 horas, concluyó de noche.

Las comparsas parecían preparadas para el frío pues muchas eligieron tejidos gruesos. Guerreros, tribus, también chinos y hasta angelitos, con un estilo renovado. Las galletas Cachondas animaban el inicio del desfile, seguidas de cerca del barco vikingo y Colorido Sobre Ruedas, que ya son un clásico. Llamó la atención que muchos grupos han incluido en sus trajes máscaras que tapan la cara y que contribuyen a sujetar el gorro, aunque ocultan el maquillaje, como Wailuku y Moracantana. Originales fueron los chicos de La Kochera, de Puebla de la Calzada, que por su escaso presupuesto utilizaron chapas de refresco y hasta tenedores de plástico en la confección. Ritmo de la Noche puso el punto sexi y se estrenó Teotihuakan, cuyos componentes no pasan de los 23 años.

Otra innovación de algunas comparsa está en que el que dirige la coreografía viste de otro color, como en Las Monjas y La Pava and Company, éstos últimos vestidos de troyanos, con caballo incluido.

Llamaron la atención Los Lingotes como caballeros medievales, con armaduras fabricadas con 600 piezas de acetato o la comparsa turquesa de Los Soletes, con 300 bolas en cada traje. También Los Montijanos destacaron con las pomposas faldas y la comparsa Dekebais retornó a los colores con su fantasía hippie. Mil y un detalles para contar.