Las empedradas calles de Valverde de la Vera se volvieron a colapsar otra noche de Jueves Santo al congregarse un gran número de personas con la intención de contemplar el paso de los alrededor de cuarenta empalaos que recorrieron las catorce estaciones que configuran el vía crucis más popular y doloroso de la comarca verata, declarado de Interés Turístico Nacional.

Cuando el reloj del ayuntamiento valverdano anunció la media noche, apareció el primer penitente, arropado por sus familiares y asediado por una multitud de fogonazos procedentes de las cámaras del numeroso público asistente. Como en años anteriores, los penitentes cumplieron anoche sus mandas , "por algún favor recibido a lo largo de la vida", que no suelen revelar. El trayecto que recorren los empalaos es un símbolo de la pasión de Cristo y se realiza en un ambiente de misterio, religiosidad y recogimiento.