Marruecos y Rumanía. Estos son los dos principales países de origen de las madres extranjeras que dieron a luz en la región en 2018. Ellas aportaron un 8,12% de los nacimientos en Extremadura, lo que se traduce en 637 de los 7.853 nacimientos producidos en 2018. Continúan así con una tendencia al alza en la aportación de la población inmigrante a la natalidad -en 2017, el 7% de los nacidos tenían madre extranjera-. Hay que tener en cuenta que la población inmigrante representa sólo un 3% de la población de la región. Son datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) ahora recogidos y cribados por el Instituto de Estadística de Extremadura (IEEx).

Un aporte que apoya la baja tasa de natalidad, que también se da en el conjunto de España, pero que, según apuntan los expertos, no es suficiente para solventar el problema demográfico y la creciente despoblación que sufre la región.

«Es una contribución buena, pero no va a impactar mucho en los problemas graves de despoblación», dice el sociólogo de la UEx Artemio Baigorri.

«No va a repercutir de manera decisiva en la natalidad», coincide el demógrafo de la UEx Antonio Pérez.

Tal y como explican estos expertos, son sólo algunas zonas focalizadas de la región las que se benefician de esta mayor fecundidad: allí donde ya se asienta más población inmigrante.

«Los inmigrantes están donde ya hay economías dinámicas, en las ciudades grandes y en poblaciones como Talayuela o Almendralejo», explica Baigorri.

«La mayor natalidad la pueden notar municipios de Tierra de Barros o del Tiétar, pero no en el resto de la región», tercia Pérez.

Ambos expertos añaden además que, con el paso generacional, la población de ascendencia migrante tiende a adoptar las pautas de la sociedad de acogida.

«La población inmigrante tiene un comportamiento demográfico diferente, tiende a ser más fecunda. Pero con el paso del tiempo, de varias generaciones, acaban adoptando las pautas del país. Eso se ve en otros países de Europa con inmigración de segunda y tercera generación», detalla Pérez.

«Lo evidente es que los inmigrantes tienen un modelo de reproducción diferente, pero una vez se asientan y adaptan ya no tienen el mismo proceso reproductivo. Ese aporte sólo funciona durante una, dos o tres generaciones. Un ejemplo se da en la inmigración sudamericana», afirma Baigorri.

Por eso, los dos aluden a la necesidad de una economía dinámica que no sólo retenga a la población local, sino que atraiga a más inmigrantes: «Si hay crecimiento económico, se atrae a inmigrantes», detalla Baigorri, quien añade que, en el caso de Extremadura, hay empleos de baja cualificación que atraen a inmigrantes pero otros habitantes se van porque no hay de alta cualificación.

«Este porcentaje es coyuntural, realmente no nos indica nada a largo plazo», dice Pérez.

Por tanto, la natalidad inmigrante puede estar ayudando, pero no es suficiente para parar la despoblación.