La pérdida de población en Extremadura supera las 43.000 personas en una década. Más de un tercio de los nacidos en la comunidad autónoma viven fuera de ella, el éxodo de jóvenes no se frena y las tasas de natalidad se mueven en mínimos históricos. El invierno demográfico arrecia con fuerza en la comunidad autónoma, pero es posible que eso no impida que la mayor parte de la población extremeña acabe quedando fuera de lo que la Unión Europea va a considerar como zonas despobladas, una definición que servirá par a dar prioridad en el reparto del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder). Un fondo de 242.900 millones de euros para el periodo de 2021 a 2027, de los que España puede beneficiarse de más de 25.000.

El pasado diciembre, el trílogo (reunión de la Comisión, Consejo y Parlamento europeos) acordó el nuevo texto del reglamento de los fondos Feder. En él se recoge que tendrán preferencia los territorios más castigados por la despoblación. En este sentido, se pone el foco en aquellas provincias o municipios --hasta ahora eran regiones-- con una densidad de población por debajo de los 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado o con un descenso poblacional de al menos un 1% anual entre el 2007 y el 2017. «Es muy importante haber conseguido una referencia a las zonas despobladas en el reglamento, pero también es importante que se aplique de una forma correcta», resalta Sara Bianchi, coordinadora de la red de Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa (SSPA en sus siglas en inglés). El texto final del reglamento debe ser aprobado en su correspondiente comisión del Parlamento Europeo y posteriormente en el pleno, Si todo sigue adelante con normalidad, «se debería de tener la versión definitiva para mayo», añade.

Los dos criterios que de momento se han conocido abrirían la posibilidad de financiación con fondos europeos para 223 municipios extremeños, los que podrían cumplir al menos uno de ellos Son aproximadamente el 60% de las localidades extremeñas, pero en términos de habitantes no alcanzan ni siquiera el 20% (alrededor de 210.000 personas). Muchas de las poblaciones excluidas no satisfacen ninguno de estos parámetros a pesar de que están en franco declive demográfico. «En el último quinquenio a excepción de Badajoz, Cáceres, Mérida y Don Benito, todas las ciudades extremeñas pierden población por primera vez en un siglo debido a la emigración: Plasencia, Almendralejo, Villanueva de la Serena, Navalmoral, Zafra, Montijo, Coria...», esgrime Julián Mora Aliseda, catedrático de Ordenación del Territorio y Políticas de Sostenibilidad Ambiental de la Universidad de Extremadura. A su juicio, habría que haber tenido en cuenta si los problemas de despoblación vienen originados «por un crecimiento natural negativo o por marcha de los jóvenes, pues ambos procesos conllevan dinámicas diferentes, aunque los resultados sean similares. Así, si la pérdida demográfica es por tasas de mortalidad más elevadas que las de natalidad, como ocurre en las localidades más pequeñas de Extremadura o en prácticamente toda Aragón y Castilla y León, las hace irrecuperables», argumenta.

En total, serían 171 municipios de la región los que estarían por debajo de los 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado en Extremadura (en la región se promedia algo más del doble). «Ciertamente, es muy difícil explicar como criterio científico que sea una densidad demográfica inferior a 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado. Lo lógico habría sido definirlo de otra manera más rigurosa, dado que la densidad en sí misma no dice nada sobre los problemas socioeconómicos reales», resalta este doctor en Geografía y Sociología. «La provincia de Badajoz tiene la misma densidad que Estados Unidos, o la de Cáceres multiplica por 5 veces a la de Canadá y, no obstante, el comportamiento demográfico es dispar. Mientras la población abandona Extremadura, esos dos países cada año reciben millones de inmigrantes», pone como ejemplo. Apunta que este planteamiento favorece más a otras regiones españolas que a Extremadura «y muy notoriamente a los países nórdicos. Además, el hecho que no sea ni 10 ni 15 ni 20 o 30 habitantes sino 12,5 es igual que si ponen en una señal de tráfico no superar los 90,5 kilómetros por hora, es un sinsentido», apostilla.

En cuanto a la pérdida de población, hay 144 municipios de un total de 383 (los cinco restantes se constituyeron como entidades independientes con posterioridad al 2007) que acumulan al menos un 10% de caída de la población en el lapso temporal requerido. En este caso, está por ver cómo se aplica esta variable. Incluso, fuentes conocedoras de la negociación señalan que «hay versiones» del documento en las que el 1% de descenso en esa década «sí aparece como anual y otras en las que no», si bien contemplan como única opción lógica la primera de ellas, ya que en caso contrario supondría incluir hasta cerca de una veintena de capitales de provincia en el corte, entre ellas Valencia, Bilbao o Sevilla.

Así las cosas, en Extremadura se excluirían localidades como Arroyo de la Luz, Castuera, Quintana de la Serena, Aceuchal o Fregenal de la Sierra, que por escaso margen no cumplen con el requisito del 10% de decremento en el periodo fijado, «lo que no deja de ser una aberración que no nos favorece», afirma Mora Aliseda, que recuerda que esta mayor presencia de poblaciones intermedias es un «elemento diferencial» extremeño «respecto a otras comunidades autónomas regresivas por el diminuto tamaño de sus núcleos».

El periodo elegido, tampoco favorece

Por otro lado, hay otro factor más que juega en contra de la región, subraya: el del periodo elegido. Si bien la crisis del ladrillo arrancó en el último trimestre del 2007, sus efectos más severos no se dejaron sentir en la economía extremeña hasta varios años después. «Entre 2007 y 2011, Extremadura crece, alcanzando su máximo en 1.109.367 habitantes, perdiendo desde entonces hasta hoy casi 50.000 residentes, lo que significa que el periodo elegido por la UE nos quita la mitad de la regresión». De hecho, la década que transcurre entre 2001 y 2011, ha sido la única con crecimiento en el último medio siglo. A eso se suma que «tomar como referencia casi tres lustros atrás no es razonable», concluye.

Una vez aprobado reglamento serán, en cualquier caso, los estados miembros los que precisen a través de los planes operativos cómo se gastará el dinero de estos fondos. «En Extremadura es una oportunidad para reorientarlos hacia la agrupación o fusión de municipios, que es algo muy necesario para corregir las tremendas disfuncionalidades que han generado históricamente las distancias enormes a las dos capitales provinciales. Debemos considerar que Galicia con 29.000 kilómetros cuadrados y Cataluña con 31.000 tienen cuatro provincias, mientras que Extremadura con 41.000 solo dos. Badajoz, por ejemplo, está más cerca de Lisboa, conectada por autovía, que de los municipios de la Siberia»

Por este motivo, defiende la urgencia de implantar el modelo por el que se apuesta en Holanda (41.000 kilómetros cuadrados y 17,3 millones de habitantes) desde hace cuatro décadas. «Están ahora en su tercera agrupación municipal, para que no haya ninguna con menos de 25.000 habitantes y un núcleo-cabecera. Es la cantidad que consideran como umbral sostenible».

Los municipios que en Extremadura cumplen con los criterios de baja densidad y que además tienen un 10% de caída de población acumulada en el mencionado decenio son 92, casi tres cuartas partes de ellos (67) en la provincia de Cáceres, la más castigada por la desertización demográfica «No es una cuestión de provincias, sino de configuración geográfica y tamaño municipal», precisa. De los 224 municipios cacereños, el 88% son menores de dos mil habitantes y de ellos cuatro de cada cinco inferiores a mil residentes, «lo que implica un mayor envejecimiento y una mayor pérdida poblacional». «La diferencia está en el sistema urbano más potente en la provincia de Badajoz, aunque ésta también pierde efectivos», resume.

¿Tiene marcha atrás la sangría demográfica en la región? «Sólo puede corregirse --responde este experto-- con proyectos transformadores de los recursos ingentes que tiene Extremadura en el ámbito agrario, energético con abaratamiento del coste de la electricidad, minero, industrial, etcétera. Todo lo que no sea generar Valor Añadido Bruto ya conocemos el resultado: pobreza, desempleo y emigración. Así llevamos décadas en la región y es el momento de cambiar la estructura productiva para no extinguirnos».