«A mí hubo médicos que me dijeron que no tenían ni idea de qué hacer, me mandaban al psiquiatra como si yo tuviera un problema mental, como si fuera un enfermo. Pero es que no es una gripe o un virus. Pasar por eso es muy doloroso. Había profesionales que directamente no sabían cómo afrontarlo. Recuerdo una conversación con el psicólogo que yo le decía: ‘Yo soy un hombre’. Y él: ‘Que no’. Y yo insistía en que sí. Fue una batalla. Por eso es tan sumamente importante que ahora exista este protocolo, para que los profesionales de la sanidad extremeña tengan un itinerario claro. Han sido seis años de lucha para conseguirlo». Así lo manifiesta Jairo Moreno, un joven transexual de Cáceres, de 31 años, que es voluntario en la Fundación Triángulo. Celebra el nuevo protocolo sanitario como un avance fundamental.