Olía muy bien, había 300 personas y ella llegó una hora tarde al salón Miramar del hotel Las Lomas, pero estaba radiante. Saludó a los alcaldes de Badajoz, Don Benito, Plasencia y Mérida, departió unos segundos plenos de complicidad con Juan Ignacio Barrero y se sentó junto a Carlos Floriano.

Ella, naturalmente, era Ana Botella, que llegó abrigada con una chaquetilla negra de magnífico cuero y lucía una fascinante camisa rosa con los cuellos levantados y enhiestos, estilo Camilo Sesto. Acudió a Mérida en calidad de militante del PP, pero no pudo evitar recordar con quién está casada y abrió su intervención con una frase muy aplaudida: "Abrazos de mi marido".

El acto no dejaba de ser el mitin-banderazo de la precampaña electoral y la oratoria que precedió el discurso de Ana Botella fue flamígera y a la yugular. La concejala Pilar Vargas dejó claro que el candidato socialista a la alcaldía de Mérida, Angel Calle, es traicionero, leninista, chaquetero, demagogo y traidor, mientras que Pedro Acedo es brillante, honrado y gestor.

ACEDO Y EL ALTILLO

Subió luego al estrado Pedro Acedo y hubo anécdota: tuvo que apartar un pequeño altillo de madera dispuesto para realzar posteriormente la esbelta figura de Ana Botella. Según Acedo, la Junta impide, estrangula, niega y paraliza cuanto tiene que ver con Mérida. A cambio, Carlos Floriano hizo cinco promesas: estatuto de capitalidad, conservatorio, ciudad administrativa, pabellón multiusos y libertad para las inversiones.

La temperatura mitinera se suavizó cuando Ana Botella comenzó a hablar. No descalificó, leyó gran parte de su discurso y no fue muy original al referirse a Extremadura: "Desde esta tierra de conquistadores y de emigrantes enviamos un abrazo a los gallegos".

Y es que Galicia fue, efectivamente, el eje de su discurso hasta el punto de que los mayores aplausos sonaron cuando dijo: "Sólo hay un culpable de lo que pasa en Galicia: el barco". Se puso después ideológica: "La política más social es la que crea empleo". Pidió el voto para "Carlos Floriano y el alcalde", se despidió con cariño, departió con elegancia e impuso su estilo: desde ya, los cuellos Camilo Sesto hacen furor en Mérida.