En la ladera de un cerro que emerge de las aguas del Embalse de Alcántara, en el término de Garrovillas de Alconétar, está uno de los dos albergues que gestiona Andrés Rodríguez. «Este camino es sobre todo de primavera y otoño. En verano no hay muchos peregrinos. En bici sí que hay más españoles, pero como la gente suele dormir en Cáceres, este albergue cae demasiado cerca, así que abriremos ya en septiembre, sobre todo por los extranjeros, que son el 80% o el 85% de nuestros clientes», adelanta.

Llegan fundamentalmente de Alemania, Francia e Italia, pero tampoco es raro verlos de Holanda, Bélgica, Reino Unido, Estados Unidos, Corea del Sur o Canadá. La otra razón para regresar, agrega, «es que si estamos muchos cerrados la gente no va a venir y fastidias a los que sí están abiertos». La capacidad de hospedaje de este albergue es de 26 plazas divididas en cinco habitaciones. Ahora pasará a 16, «para respetar los dos metros entre litera y litera». El otro establecimiento del que es encargado, el de Pescueza, de veinte pasa a ocho. La previsión para volver en este caso es también septiembre,

Durante los años Jacobeos, como el próximo, el volumen de alojados se incrementa «un 20% o un 30%», pero la mejora suele notarse ya el que le antecede, puntualiza, por la gente que completa el camino en varios años, haciendo cada uno un tramo distinto. «Este año el albergue estaba de lujo. En abril y mayo tenía reservas todos los días y en junio bastantes», cuenta. También desapareció su otro perfil de hospedado: los pescadores que llegaban de otras provincias.