Casi treinta accidentes de trabajadores durante su jornada laboral cada día. Esta es la media que se registró en la región durante los primeros ocho meses del año. En total, fueron 6.979 percances, una cifra que es un 6,6% superior a la registrada en el mismo periodo del año precedente, diferencial que aumenta hasta el 16% si lo que se toma como referencia es el 2014, cuando se produjeron 6.013 siniestros entre enero y agosto. En cuanto a la cifra de accidentes con baja in itinere (durante el desplazamiento hacia o desde el lugar de trabajo), en lo que va del 2017 se contabilizaron 521 en Extremadura.

De los cerca de siete mil accidentes en la jornada laboral que ocasionaron baja en Extremadura hasta agosto, 111 fueron de carácter grave (casi un 10% de aumento respecto al ejercicio anterior) y siete mortales (uno más que en el 2016). Los que fueron in itinere, causaron dos fallecimientos y 17 heridos graves.

Este auge en la siniestralidad laboral puede venir motivado en parte por la mejoría que se ha producido en la actividad económica, pero lo cierto que es que no parece que sea el único factor que está detrás de él. El incremento de las horas anuales trabajadas en Extremadura entre 2014 y 2015 (últimos datos disponibles de contabilidad regional) apenas fue del 3,7%, y el aumento de las cifras de ocupación tampoco parece justificarlo: de acuerdo a la última Encuesta de Población Activa (EPA), en el tercer trimestre de este año apenas había 1.600 personas más con un empleo que en igual trimestre del 2014.

De hecho, el índice de incidencia, que se calcula poniendo en el numerador la media mensual de los accidentes con baja en jornada multiplicado por cien mil y, en el denominador, la media mensual de los afiliados a la Seguridad Social con la contingencia de accidente cubierta, ha aumentado en el último año en la región de 300,3 a 311,7.

«Es verdad que influye el repunte de la actividad económica, pero también es cierto que los empresarios incumplen cada vez más la legislación sobre seguridad laboral», lamenta Alberto Franco, secretario de Elecciones Sindicales, Salud Laboral y Negociación Colectiva de CCOO de Extremadura.

Recortes que, asegura, se producen tanto en el ámbito público como en el privado. «Los ayuntamientos, cuando contratan para el Aepsa, tienen la obligación por la ley de prevención de riesgos del 95 de darle un equipo de protección individual (EPI) a cada trabajador: unas botas, unas gafas y un chaleco, como mínimo, y un casco dependiendo de si están trabajando en altura. Pues hasta eso se ahorran. Y el EPI es lo básico y fundamental, ya no hablamos de arneses o de andamios homologados, en esas cosas pasa todavía más, pero hasta lo más básico se lo están ahorrando», resume Alberto Franco, quien critica también que «muy pocos empresarios forman a sus trabajadores» en esta materia. «Estamos hablando de la vida y la salud de los trabajadores», incide.

LAS CIFRAS DEL 2016 / El último ejercicio con datos cerrados, el 2016, acabó con 9.766 accidentes de trabajo con baja en jornada laboral en Extremadura, once de ellos mortales. De estos datos llama la atención que, pese a que el contrato indefinido es más frecuente entre los trabajadores extremeños que el temporal (con proporciones del 61% y el 39%, respectivamente, según la EPA), la incidencia de la siniestralidad es mayor en quienes tienen una relación laboral temporal, con más de la mitad de los percances ocurridos el año pasado, lo que parece establecer un vínculo entre la precariedad y la accidentalidad laborales. «Un empresario que a sus trabajadores fijos no les da protección, ¿se la va a dar a uno que va a estar 20 días?», señala este responsable de CCOO de Extremadura. En esta línea, resulta significativo que 2.760 de los trabajadores accidentados (un 28,2%) llevaba menos de dos meses de antigüedad en el puesto, cifra que supera ampliamente tanto al grupo que llevaba entre 3 y 10 años (1.858) como al que superaba la década (1.933).

En cuanto al perfil del trabajador que sufre el accidente, siete de cada diez son varones, y más de la mitad está en los tramos de edad que van de los 35 a los 54 años. El grupo de ocupación más castigado por la siniestralidad laboral fue el de los peones, tanto de agricultura, como de industria y transporte, con 2.476 percances (uno de cada cuatro). A continuación, figuran los trabajadores cualificados de la industria manufacturera (excepto operadores de instalaciones y maquinaria), con 1.088 accidentes, y los trabajadores cualificados de servicios (excepto los de transportes), con 1.001.