La Consejería de Salud y Política Social activa el plan de vigilancia y prevención de los efectos del exceso de temperaturas sobre la salud con la coordinación de los servicios sanitarios y sociales de las distintas administraciones, campañas de información y la alerta de los dispositivos de atención.

En un comunicado el Ejecutivo regional recuerda que las denominadas "olas de calor", desde un enfoque sanitario, afectan especialmente a niños, ancianos y personas con patologías crónicas de base, y desde el punto de vista social, a la marginación, el aislamiento, la dependencia, la discapacidad y las condiciones de habitabilidad de las personas con menos recursos.

Este plan estará en funcionamiento hasta el 30 de septiembre con el objetivo de reducir el impacto del calor sobre la salud de la población, teniendo en cuenta además que en esta semana tendrá lugar la primera ola del calor del verano, con temperaturas que superarán los 40 grados en algunos puntos de la región.

Asimismo, se busca desarrollar las actividades previstas en el plan nacional de acciones preventivas contra estos efecto y para ello se establece un protocolo de funcionamiento operativo.

De este modo, se establecen siete áreas de actuación, entre ellas una centrada en la coordinación entre las entidades públicas y privadas competentes y otra en la información previa y continuada a la población sobre los efectos del calor excesivo.

También se prestará especial atención a la identificación de los grupos de mayor riesgo e información a los mismos, para lo que se contará con la colaboración con los servicios sociales de base desplegados por la región y las unidades correspondientes de la Administración autonómica.

Ante el exceso de calor, la Dirección General de Salud Pública del Servicio Extremeño de Salud recomienda beber mucha agua y evitar las actividades que requieran esfuerzo físico.

Además, señala que la mejor forma de protegerse de los rigores del verano es usar el sentido común y los sistemas tradicionales, como son mantener las ventanas y las persianas cerradas para proteger la vivienda del calor, ventilándola por las noches, y utilizar ventiladores y aparatos de refrigeración en el hogar.

Dentro de los cuidados personales, además de la hidratación constante, destaca la importancia de la dieta tradicional típica de la época estival, basada en la ingesta de platos fríos, ensaladas y verduras, frente a las comidas calientes o pesadas, así como evitar el consumo de alcohol cuando el calor arrecia.

La ropa ligera, suelta y de colores claros, el uso de gorras y sombreros y la utilización de cremas solares con un factor de protección mínimo de 15, que debe aplicarse al menos 30 minutos antes de la exposición, entran también entre las cuestiones a tomar en cuenta.

Asimismo, si no se puede evitar la realización de actividades que exijan esfuerzo físico, deberá ingerir agua suficiente antes del ejercicio y entre dos y cuatro vasos adicionales de agua fresca cada hora, además de que las bebidas que contienen sales minerales pueden ayudar a reponer las que se pierden con la sudoración.

Si cuida de niños o de personas mayores deberá vigilarse estrechamente su situación física, animándoles en todo momento a beber líquidos, aunque no manifiesten sed.

Los síntomas más habituales para reconocer que se sufre un golpe de calor son los calambres, la irritación de la piel o quemaduras, el agotamiento físico y la temperatura elevada, que pueden revestir gravedad si se acompañan de pulso débil pero acelerado, dolor de cabeza, náusea y vómitos e incluso pérdida de conciencia.

Ante esta sintomatología es necesario buscar un refugio en la sombra, rehidratar -evitando los líquidos que contengan cafeína-, descansar con los pies ligeramente en alto, tomar un baño o aplicar compresas de agua fresca en el cuerpo, además de buscar asistencia médica si los síntomas se complican.