Fernando Fernández Murillo, conductor de la retroexcavadora acusado por el accidente de mayo de 2014 en el que murieron cinco niños de Monterrubio de la Serena, culpó ayer al conductor del autobús, Juan Gómez Barquero, de ser el responsable del siniestro. Asimismo declaró sentirse sorprendido porque los resultados de la prueba de drogas diesen positivo en cocaína y cannabis, cuando afirma que no consumió nada ese día.

Estas respuestas del acusado fueron a preguntas de su abogado defensor, José Duarte, acogiéndose a su derecho de no declarar a las preguntas del resto de letrados y del ministerio fiscal. La sala se quedó por tanto sin poder escuchar las contestaciones del acusado a todas las preguntas que le tenían preparadas tanto el fiscal como las acusaciones particulares, reduciéndose por tanto la presencia de Fernando Fernández Murillo al interrogatorio llamémosle más amable de su abogado.

La declaración del acusado era lo más esperado de una segunda jornada de juicio que resultó maratoniana. La vista se reanudaba tras el aplazamiento ordenado el pasado lunes y lo hacía con lecturas de diversos escritos de Fiscalía, acusaciones particulares y defensa en los que se relataban los hechos ocurridos aquel fatídico 8 de mayo de 2014. Varios de esos escritos de las acusaciones insistieron en la falta de elementos de señalización de la máquina excavadora, así como no tener pasada la ITV. Por su parte, la defensa centró sus argumentaciones en la velocidad del autobús, supuestamente más elevada de lo permitido.

Tras ese trámite procesal, la vista entraba en su parte más interesante con las primeras declaraciones; la primera, la referida del acusado. Pese a su negativa, las acusaciones formularon una batería de preguntas, aún conociendo ya la decisión del acusado de no contestarlas, pero para conocimiento de la sala. «¿Cómo explica los resultados en consumo de cocaína y cannabis, por qué desplazó la máquina tras suceder el accidente?», fueron algunas.

Fernando Fernández Murillo excusó su negativa a declarar al resto de letrados hasta que el conductor del autobús no estuviera también acusado igual que él, llegó a decir elevando su tono de voz. Admitió a preguntas de su abogado que no miró en el momento de girar su máquina.

Tras la declaración del conductor de la retroexcavadora se dio lectura al escrito de declaración del ex presidente de la Junta de Extremadura, Jose Antonio Monago, quien afirmó desconocer quién era el conductor del autobús, cuestión sobre la que había sembrado dudas el abogado del acusado. Monago también se refirió a su presencia en el lugar del accidente el 8 de mayo para consolar a los padres, destacando la gran profesionalidad de los servicios sanitarios y de seguridad.

Quien sí tuvo que aguantar más de dos horas de interrogatorio fue Juan Gómez Barquero. A pesar de que solo comparecía como testigo, y a la vez perjudicado, fue bombardeado a preguntas, especialmente por los letrados de la defensa de Fernando Fernández y de los propietarios de la máquina excavadora.

Juan Gómez relató su versión de la tragedia. Aún conmovido por lo ocurrido dijo ayer «ojalá hubiera muerto yo en lugar de los niños».

En una declaración «mejorable», según admitió Fernando Palomar, uno de los abogados de las acusaciones particulares, Juan Gómez relató la maniobra correcta de adelantamiento y fue claro al asegurar la irrupción sorpresiva de la retroexcavadora en su trayectoria, a pesar de que había hecho sonar el claxón y enviado ráfagas de luz de advertencia.

El interrogatorio se alargó hasta pasadas las 4 de la tarde. Tras un receso para comer, la vista se reanudaba una hora después con la declaración de Juan Balsera, técnico deportivo, entrenador de los niños. En su testificación reiteró varias veces que comprobó de pie que los pasajeros llevaban puestos los cinturones de seguridad y que luego se sentó. Asimismo declaró no conocer detalles del accidente porque iba distraído en el momento del impacto. Se le quebró la voz cuando se refirió a las secuelas psicológicas que están afectando a su vida profesional y personal desde entonces.

Para finalizar esta segunda jornada de juicio declararon los padres y madres de los cinco menores fallecidos. Fueron los momentos más duros emocionalmente de lo que llevamos de vista.

En algún caso, y con dedo señalando hacia el acusado, hubo afirmaciones del tipo «yo sé quien mató a mi hijo», hecho éste reprobado por la jueza. Sollozos y frases entrecortadas por la emoción fueron la tónica de esta parte de la vista.

Todos se refirieron a las secuelas psicológicas que padecen, con repercusiones negativas en sus trabajos. «Los verdaderos condenados somos los padres y que esto se acabe ya por favor», llegaron a decir.