Una buena mujer". Así definen los vecinos de Oliva de Mérida a Julia del Viejo, la que ha sido coordinadora regional de trasplantes de Extremadura y que ayer recibió sepultura en esta localidad pacense, donde nació hace 51 años y donde residían sus padres. Todo el pueblo y personas llegadas de municipios cercanos y de Badajoz, donde trabajaba, lloraban ayer su pérdida tras padecer un cáncer de pulmón, y acompañaron en el dolor a su familia en una iglesia que congregó a unas 1.500 personas, muchas de ellas fuera del templo, que estaba completamente abarrotado. Del Viejo deja marido y dos hijos, Guadalupe y José María, y descansa ya en el cementerio municipal. No quisieron faltar al último adiós a Del Viejo algunas personalidades que conocieron de primera mano su gran labor al frente de la coordinación de trasplantes, como Guillermo Fernández Vara, el expresidente de la Junta Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y directivos del Servicio Extremeño de Salud como su director general, Ceciliano Franco.

Su féretro fue portado a hombros por familiares desde la casa de sus padres hasta la puerta principal de la iglesia, de la que apenas le separaban 50 metros, y cuyo recorrido lo hizo acompañado por familiares y amigos que portaban numerosas coronas y ramos de flores. La homilía estuvo llena de dolor y emoción, con lecturas por parte de su hermana y de uno de sus hijos, que mostraron una gran entereza, mientras amigos de Del Viejo no podían evitar las lágrimas y desde el altar exclamaban "nunca te olvidaremos, te queremos mucho nena".

Y es que, como recordó uno de los sacerdotes, María Julia, como se le conocía entre sus vecinos, era "una gran persona, luchadora y volcada en los demás", que no cesó en su labor pese a la grave enfermedad que padecía desde el 2004. La casualidad ha querido, señaló el párroco, que hace tan solo una semana su hijo participara de lleno en la romería de San Isidro de Oliva de Mérida y ahora estuviera enterrando a su madre.

MUY QUERIDA EN SU PUEBLO "Parece mentira lo qué es la vida", comentaba uno de los vecinos presentes en el entierro al oír estas palabras del sacerdote. "Siempre que podía venía al pueblo, aquí la queríamos mucho", comentaba un vecino tras dar el pésame a la familia, mientras otro recordaba lo "bien que me trató" cuando tuvo que usar el hospital Infanta Cristina de Badajoz, donde trabajaba y desde donde ayer se desplazaron numerosos compañeros para despedirla.