Decenas de miles de peregrinos católicos despegaron hace unos días desde sus países de origen con un único objetivo: llegar a España a conocer al Papa Benedicto XVI. Para muchos de ellos era un viaje de dos escalas, un viaje lleno de convivencia y fe cuya primera etapa culmina hoy. Los 3.000 jóvenes que la pasada semana llegaron a las diócesis extremeñas emprenden hoy su viaje a Madrid, no sin antes haber dedicado un adiós de convivencia y fe a sus colegas extremeños.

En la antesala de la gran celebración católica que culminará los próximos días en Madrid el colectivo de jóvenes cristianos ha realizado, además de innumerables actos religiosos, visitas culturales y actividades festivas y socio-caritativas, organizadas a nivel local, comarcal, provincial o regional por las diócesis que los congregaban. Y las experiencias han sido muy diversas. El pasado fin de semana, un grupo de jóvenes polacos de la diócesis de Coria-Cáceres pasó una jornada con ancianos de una residencia en Sierra de Gata. Allí compartieron vivencias con los más veteranos, cantando y deleitándoles con bailes tradicionales. Pasando en definitiva, un rato con los ancianos.

Y ayer por la tarde unos mil jóvenes se dieron cita en el Acueducto de Los Milagros de Mérida en una ceremonia religiosa presidida por la Mártir Santa Eulalia, patrona de la capital extremeña, que durante estos días festivos se ha convertido al multiculturalismo. Jóvenes de todas partes, sobre todo de India, llegaron a la ciudad llenos de ilusión y alegría y se van con un recuerdo de los vestigios romanos, pues no han faltado las visitas a los monumentos. El Pabellón Multiusos de Cáceres acogió otra liturgia masiva.

La región ha recibido a feligreses de prácticamente todos los puntos del mundo. Procedentes de Europa, como polacos, italianos, franceses, ingleses o hasta peregrinos de Brasil, Colombia, Estados Unidos, Filipinas, Canadá, Pakistán, India, Singapur, Malawi, Australia, El Salvador, Siria o Irak. Estos jóvenes se han sumergido en una experiencia única de convivencia multicultural donde la barrera del idioma no ha supuesto un contratiempo, sino más bien un desafío.

Una de las actividades que se prepararon para que, a parte de conocerse y entablar lazos, intimaran con la ciudad en la que han sido acogidos, fue una ginkana celebrada en la Ciudad Monumental de Cáceres. Y la Delegación de Infancia y Juventud organizó una peregrinación a Fátima, a la que acudieron más de 1.300 jóvenes.

El que se sintieran como en casa y las facilidades que se les han brindado a los jóvenes ha sido posible gracias a las familias que se ofrecieron a acoger directamente a gran parte de los peregrinos, que ajenos a toda polémica, defendieron que la JMJ era "la fiesta de fe" por excelencia. Y también a los jóvenes voluntarios que han participado activamente en los eventos, haciéndoles más fácil su estancia aquí, en una región que tal vez de otra forma, nunca hubieran conocido.