Mucho más que dormir, disfrutar de una rica gastronomía y contemplar el patrimonio y la naturaleza extremeña. El agroturismo es un complemento perfecto para fomentar el turismo rural y en teoría aspira a convertirse en un fuerte potencial en el futuro, pero en la práctica apenas se puede considerar hoy un negocio, aunque hay experiencias y proyectos en marcha.

Hace años que, dentro del turismo rural, se comenzó a hablar de aprovechar los recursos agrícolas y ganaderos para captar visitantes. La primera regulación turística que incluía este concepto data de 1997 y la última de 2007. En ésta se define el agroturismo como los servicios turísticos prestados en explotaciones agrarias y ganaderas, que debe ser la actividad principal del empresario. Pero más allá de la regulación, hay poca acción. Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Extremadura, encargado por la Consejería de Agricultura y Desarrollo Rural. En este trabajo, tras más de 300 encuestas a los turistas rurales, los investigadores detectan que existe demanda. "Más de la mitad de los encuestados confesaba sentirse predispuesto a participar de este tipo de turismo que integra como parte de su oferta el reclamo de la agricultura y la ganadería", explica Felipe Leco, investigador principal de este proyecto.

Pese al reconocido potencial y la demanda incipiente, los investigadores advierten que hay mucho por abonar: falta una oferta sólida y proyección, a lo que bien podría ayudar que la Escuela de Hostelería y Agroturismo de Mérida acaba de convertirse en referencia nacional. "Los clientes decían que desconocían el medio rural y la oferta. Esto demuestra que puede ser un mercado, pero está en fase larvaria", sostiene Leco. ¿Cómo sacar partido a todo este innegable potencial? "La Administración tiene que respaldar la iniciativa privada para aunar fuerzas y comercializar este tipo de turismo, pero este campo hay que abonarlo desde el emprendimiento", insiste este investigador, que ya participó en la elaboración de un plan estratégico del agroturismo diseñado por comarcas. "Porque cada una tiene su potencialidad y recursos".

El agroturismo supone atraer turistas para hacer un sinfín de actividades: pastoreo, esquileo, recolección de frutas y hortalizas, matanzas, "Se trata de una iniciativa que debe partir más de empresarios agrícolas y ganaderos que turísticos que puedan ofrecer mucho más que alojamientos, que para eso está el turismo rural. Lo que busca el agroturismo es diversificar la economía agraria", apunta Leco.

Sin embargo, sería muy positivo también para el sector rural que no tuviera que ser la ganadería o la agricultura la actividad principal del empresario, relata Victoria Bazaga, presidenta de la Federación Extremeña del Turismo Rural. "Con la fórmula actual no ha interesado ni a unos ni a otros y el agroturismo sería muy buena opción porque permitiría desestacionalizar la llegada de los turistas y ofrecer mucho más", señala.

No obstante no es este el principal freno de la actividad. "Sería fácil vender este sector porque la marca Extremadura es campo y patrimonio y eso está en el mercado, pero para eso falta gestión y mucha coordinación entre la Administración y el empresario, falta marcar una hoja de ruta y poner en valor el producto", indica Bazaga. La presidenta de la federación destaca que nadie duda de la gran potencialidad de Extremadura, "pero eso no puede enmascarar que falta generar valor y ponerlo en el mercado y eso debe hacerlo Administración".

En el mes de agosto, el turismo rural registró en Extremadura más de 13.000 visitantes, cuya estancia media fue el doble que en las ciudades, mínimo tres días. En la actualidad, cuenta con más de 700 alojamientos --la mayoría en Cáceres-- y 8.700 plazas, pero aguanta pagando un precio muy alto. "Estamos muy preocupados por la situación del sector del turismo rural, porque el precio que tenemos que pagar para venga gente es muy alto, el empresario deja de ganar dinero", señala Bazaga.