La vicepresidenta segunda y consejera de Economía, Comercio e Innovación considera que el nivel del emprendimiento extremeño está al mismo nivel que otras comunidades e incluso superior. "Hemos estado en los últimos años en tasas por encima de la media. Independientemente de que haya bajado esa tasa, lo que sí se ha producido un cambio en el motivo del emprendimiento, que antes era por necesidad. Ahora tenemos un emprendedor universitario que ve la oportunidad de negocio", asegura la vicepresidenta.
Dolores Aguilar afirma que el emprendimiento es un recorrido que hay que hacer y que cuanto más pronto se comience a hacerlo, mejor. Desde la Junta de Extremadura se establecen programas para que estas inquietudes se desarrollen. Junto con la Consejería de Educación está en marcha el programa Empresa Joven Europea (EJE) que lleva a la enseñanza secundaria obligatoria todo lo referente a creación de empresas y generación de negocio. También existe un programa denominado De universitario a empresario . El emprendimiento posteriormente se consolida con otros programas como Neex o Proface.
No obstante, hay factores que no sólo dependen de las administraciones públicas. Uno de ellos es el reconocimiento social que merecen los emprendedores y que no existe en España. "La generación de riqueza y empleo es un valor positivo que debe inculcarse a toda la sociedad. El éxito en este campo no se recompensa y hasta está mal visto", asegura Aguilar, quien recalca que detrás de cada éxito en emprendimiento se encuentran probablemente varios fracasos previos.
Asegura que al emprendedor regional se le "mima" mucho, aunque recalca que la Administración no está para suplantar a la empresa. "No se puede supeditar un negocio a que la Administración tenga que dar unas garantías", afirma.
"Nuestras empresas tienen que consolidarse y fortalecerse, porque es la única oportunidad para ser competitivos e introducir en ellas innovación, internacionalización, investigación, mercadotecnia, variables que te hacen estar en una economía globalizada", concluye Aguilar.
